Isaías 39:1 – 41:16
Mensajeros de Babilonia
39 En aquel tiempo Merodac Baladán, hijo de Baladán y rey de Babilonia, envió cartas y un regalo a Ezequías, porque supo que había estado enfermo y que se había recuperado. 2 Ezequías se alegró al recibir esto y mostró a los mensajeros todos sus tesoros: la plata, el oro, las especias, el aceite fino, todo su arsenal y todo lo que había en ellos. No hubo nada en su palacio ni en todo su reino que Ezequías no les mostrara.
3 Entonces el profeta Isaías fue a ver al rey Ezequías y le preguntó: —¿Qué dijeron esos hombres? ¿De dónde vinieron? —Vinieron de Babilonia, un país lejano —respondió Ezequías. 4 —¿Y qué vieron en tu palacio? —preguntó el profeta. —Vieron todo lo que hay en él —contestó Ezequías—. No hay nada en mis tesoros que yo no les haya mostrado. 5 Entonces Isaías dijo: —Oye la palabra del Señor de los Ejércitos: 6 Sin duda vendrán días en que todo lo que hay en tu palacio y todo lo que tus antepasados atesoraron hasta el día de hoy, será llevado a Babilonia. No quedará nada —dice el Señor—. 7 Y algunos de tus hijos, tus descendientes, serán llevados para servir como eunucos en el palacio del rey de Babilonia. 8 —El mensaje del Señor que tú me has traído es bueno —respondió Ezequías. Y es que pensaba: «Al menos mientras yo viva, habrá paz y seguridad».
Consuelo para el pueblo de Dios
40 ¡Consuelen, consuelen a mi pueblo! —dice su Dios—. 2 Hablen con ternura a Jerusalén y anúncienle que ya ha cumplido servicio obligatorio, que ya ha pagado por su iniquidad, que ya ha recibido de la mano del Señor el doble por todos sus pecados.
3 Una voz proclama: «Preparen en el desierto un camino para el Señor; enderecen en el desierto un sendero para nuestro Dios. 4 Se levantarán todos los valles y se allanarán todas las montañas y colinas; el terreno escabroso se nivelará y se alisarán las quebradas. 5 Entonces se revelará la gloria del Señor, y la verá toda la humanidad. El Señor mismo lo ha dicho».
6 Una voz dice: «Proclama». «¿Y qué voy a proclamar?», respondo yo.[a] «Que todo mortal es como la hierba y toda su gloria como la flor del campo. 7 La hierba se seca y la flor se marchita, porque el aliento del Señor sopla sobre ellas. Sin duda, el pueblo es hierba. 8 La hierba se seca y la flor se marchita, pero la palabra de nuestro Dios permanece para siempre».
9 Portadora de buenas noticias a Sión, súbete a una alta montaña. Portadora de buenas noticias a Jerusalén, alza con fuerza tu voz. Álzala, no temas; di a las ciudades de Judá: «¡Aquí está su Dios!». 10 Miren, el Señor y Dios llega con poder y con su brazo gobierna. Su galardón lo acompaña; su recompensa lo precede. 11 Como un pastor que cuida su rebaño, recoge los corderos en sus brazos; los lleva junto a su pecho, y guía con cuidado a las recién paridas.
12 ¿Quién ha medido las aguas con la palma de su mano y abarcado entre sus dedos la extensión de los cielos? ¿Quién metió en una medida el polvo de la tierra? ¿Quién pesó en una balanza las montañas y las colinas? 13 ¿Quién puede medir el alcance del Espíritu del Señor o quién puede servirle de consejero? 14 ¿A quién consultó el Señor para ilustrarse y quién le enseñó el camino de la justicia? ¿Quién le impartió conocimiento o le hizo conocer la senda de la inteligencia?
15 A los ojos de Dios, las naciones son como una gota de agua en un balde, como una brizna de polvo en una balanza. Él pesa las islas como si fueran polvo fino. 16 El Líbano no alcanza para el fuego de su altar ni todos sus animales para los holocaustos. 17 Todas las naciones no son nada en su presencia; no tienen para él valor alguno. 18 ¿Con quién compararán a Dios? ¿Con qué imagen lo representarán? 19 Un escultor funde la imagen; un joyero la enchapa en oro y le labra cadenas de plata. 20 El que es muy pobre para ofrendar escoge madera que no se pudra, y busca un hábil artesano para erigir una imagen que no se caiga.
21 ¿Acaso no lo sabían ustedes? ¿No se habían enterado? ¿No se les dijo desde el principio? ¿No lo entendieron desde la fundación del mundo? 22 Él reina sobre la bóveda de la tierra, cuyos habitantes son como langostas. Él extiende los cielos como un toldo y los despliega como tienda para ser habitada. 23 Él anula a los poderosos, y a nada reduce a los gobernantes de este mundo. 24 Escasamente han sido plantados, apenas han sido sembrados, apenas echan raíces en la tierra, cuando él sopla sobre ellos, se marchitan y el huracán los arrasa como paja.
25 «¿Con quién, entonces, me compararán ustedes? ¿Quién es igual a mí?», dice el Santo. 26 Alcen los ojos y miren a los cielos: ¿Quién ha creado todo esto? El que ordena la multitud de estrellas una por una, y llama a cada una por su nombre. ¡Es tan grande su poder y tan poderosa su fuerza, que no falta ninguna de ellas!
27 ¿Por qué te quejas, Jacob? ¿Por qué dices, Israel: «Mi camino está escondido del Señor; mi Dios ignora mi derecho»? 28 ¿Acaso no lo sabes? ¿Acaso no te has enterado? El Señor es el Dios eterno, creador de los confines de la tierra. No se cansa ni se fatiga y su inteligencia es insondable. 29 Él fortalece al cansado y acrecienta las fuerzas del débil. 30 Aun los jóvenes se cansan, se fatigan, los muchachos tropiezan y caen; 31 pero los que confían en el Señor renovarán sus fuerzas; levantarán el vuelo como las águilas, correrán y no se fatigarán, caminarán y no se cansarán.
El amparo de Israel
41 «¡Callen en mi presencia, costas lejanas! ¡Naciones, renueven sus fuerzas! Acérquense y hablen; reunámonos para juicio. 2 »¿Quién despertó al que viene del oriente y lo llamó en justicia a su servicio? Pone a las naciones en sus manos; ante él los reyes se rinden. Con su espada los vuelve polvo, con su arco los dispersa como paja. 3 Con paso firme los persigue por una senda que nunca antes pisó. 4 ¿Quién realizó esto? ¿Quién lo hizo posible? ¿Quién llamó a las generaciones desde el principio? Yo, el Señor, estoy con los primeros y estaré con los últimos».
5 Lo han visto las costas lejanas y temen; tiemblan los confines de la tierra.¡Ya se acercan, ya vienen! 6 Cada uno ayuda a su compañero y dice a su hermano: ¡Sé fuerte! 7 El artesano anima al joyero y el que aplana con el martillo dice al que golpea el yunque: «¡Es buena la soldadura!»; luego asegura el ídolo con clavos para que no se tambalee.
8 «Pero tú, Israel, mi siervo, tú, Jacob, a quien he escogido, descendiente de Abraham, mi amigo: 9 Te tomé de los confines de la tierra, te llamé de los rincones más remotos y te dije: “Tú eres mi siervo”. Yo te escogí; no te rechacé. 10 Así que no temas, porque yo estoy contigo; no te angusties, porque yo soy tu Dios. Te fortaleceré y te ayudaré; te sostendré con la diestra de mi justicia.
11 »Todos los que se enfurecen contra ti sin duda serán avergonzados y humillados; los que se te oponen serán como nada, como si no existieran. 12 Aunque busques a tus enemigos, no los encontrarás. Los que te hacen la guerra serán como nada, como si no existieran. 13 Porque yo soy el Señor tu Dios, que sostiene tu mano derecha; yo soy quien te dice: “No temas, yo te ayudaré”. 14 No temas, gusano Jacob, pequeño Israel, porque yo mismo te ayudaré», afirma el Señor, ¡el Santo de Israel, tu Redentor! 15 «Te convertiré en una trilladora nueva y afilada, de doble filo. Trillarás las montañas y las harás polvo; convertirás en paja las colinas. 16 Las lanzarás al aire y se las llevará el viento; un vendaval las dispersará. Pero tú te alegrarás en el Señor, te gloriarás en el Santo de Israel.
Efesios 1:1 – 23
1 Pablo, apóstol de Cristo Jesús por la voluntad de Dios, a los fieles creyentes en Cristo Jesús que están en Éfeso:[a] 2 Que Dios nuestro Padre y el Señor Jesucristo les concedan gracia y paz.
Bendiciones espirituales en Cristo
3 Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido en las regiones celestiales con toda bendición espiritual en Cristo. 4 Dios nos escogió en él antes de la creación del mundo, para que vivamos en santidad y sin mancha delante de él. En amor 5 nos predestinó para ser adoptados como hijos suyos por medio de Jesucristo, según el buen propósito de su voluntad, 6 para alabanza de su gloriosa gracia, que nos concedió en su Amado. 7 En él tenemos la redención mediante su sangre, el perdón de nuestros pecados, conforme a las riquezas de su gracia 8 la cual Dios nos dio en abundancia con toda sabiduría y entendimiento. 9 Él nos hizo conocer el misterio de su voluntad conforme al buen propósito que de antemano estableció en Cristo, 10 para llevarlo a cabo cuando se cumpliera el tiempo, esto es, reunir en él todas las cosas, tanto las del cielo como las de la tierra.
11 En Cristo también fuimos hechos herederos,[b] pues fuimos predestinados según el plan de aquel que hace todas las cosas conforme al designio de su voluntad, 12 a fin de que nosotros, que fuimos los primeros en poner nuestra esperanza en Cristo, seamos para alabanza de su gloria. 13 En él también ustedes, cuando oyeron el mensaje de la verdad, el evangelio que les trajo la salvación, y lo creyeron, fueron marcados con el sello que es el Espíritu Santo prometido. 14 Este garantiza nuestra herencia hasta que llegue la redención final del pueblo adquirido por Dios,[c] para alabanza de su gloria.
Acción de gracias e intercesión
15 Por eso yo, por mi parte, desde que me enteré de la fe que tienen en el Señor Jesús y del amor que demuestran por todos los creyentes, 16 no he dejado de dar gracias por ustedes al recordarlos en mis oraciones. 17 Pido que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre glorioso, les dé el Espíritu de sabiduría y de revelación, para que lo conozcan mejor. 18 Pido también que les sean iluminados los ojos del corazón para que sepan a qué esperanza él los ha llamado, cuál es la riqueza de su gloriosa herencia entre pueblo santo, 19 y cuán incomparable es la grandeza de su poder a favor de los que creemos. Ese poder es la fuerza grandiosa y eficaz 20 que Dios ejerció en Cristo cuando lo resucitó de entre los muertos y lo sentó a su derecha en las regiones celestiales, 21 muy por encima de todo gobierno y autoridad, poder y dominio, y de cualquier otro nombre que se invoque, no solo en este mundo, sino también en el venidero. 22 Dios sometió todas las cosas al dominio de Cristo[d] y lo dio como cabeza de todo a la iglesia. 23 Esta, que es su cuerpo, es la plenitud de aquel que lo llena todo por completo.
Salmo 66:1 – 20
Al director musical. Cántico. Salmo.
66 ¡Aclamen alegres a Dios, habitantes de toda la tierra! 2 Canten salmos a su glorioso nombre; ¡ríndanle gloriosas alabanzas! 3 Díganle a Dios: «¡Cuán imponentes son tus obras! Es tan grande tu poder que tus enemigos se rinden ante ti. 4 Toda la tierra se postra en tu presencia y te canta salmos; canta salmos a tu nombre». Selah
5 ¡Vengan y vean las proezas de Dios, sus obras portentosas en nuestro favor! 6 Convirtió el mar en tierra seca, y el pueblo cruzó el río a pie. ¡Regocijémonos en él! 7 Con su poder gobierna eternamente; sus ojos vigilan a las naciones, para que no se levanten contra él los rebeldes. Selah
8 Bendigan, pueblos, a nuestro Dios, hagan oír la voz de su alabanza. 9 Él ha protegido nuestra vida, ha evitado que resbalen nuestros pies. 10 Tú, oh Dios, nos has puesto a prueba; nos has purificado como a la plata. 11 Nos has hecho caer en una trampa; has echado sobre nuestra espalda una pesada carga. 12 Dejaste que cabalgaran sobre nuestra cabeza; hemos pasado por el fuego y por el agua, pero al fin nos has llevado a un lugar de abundancia.
13 Me presentaré en tu Templo con holocaustos y cumpliré las promesas que te hice, 14 las promesas de mis labios y mi boca que pronuncié en medio de mi angustia. 15 Te ofreceré holocaustos de animales engordados, junto con el humo de ofrendas de carneros; te ofreceré toros y machos cabríos. Selah
16 Vengan ustedes, temerosos de Dios, escuchen, que voy a contarles todo lo que él ha hecho por mí. 17 Clamé a él con mi boca; lo alabé con mi lengua. 18 Si en mi corazón hubiera yo abrigado maldad, el Señor no me habría escuchado; 19 pero Dios sí me ha escuchado, ha atendido a la voz de mi oración. 20 ¡Bendito sea Dios, que no rechazó mi oración ni me negó su gran amor!
Proverbios 23:25 – 28
23:25 ¡Que se alegren tu padre y tu madre! ¡Que se regocije la que te dio la vida!
18
26 Dame, hijo mío, tu atención[a] y no pierdas de vista mi ejemplo.[b] 27 Porque fosa profunda es la prostituta, y estrecho pozo, la mujer ajena. 28 Se pone al acecho, como un bandido, y multiplica la infidelidad de los hombres.