Día 277

 

Jeremías 2:31 – 4:18

2:31 »Pero ustedes, los de esta generación, presten atención a la palabra del Señor:»¿Acaso he sido para Israel un desierto o una tierra tenebrosa? ¿Por qué dice mi pueblo: “Somos libres, nunca más volveremos a ti”? 32 ¿Acaso una joven se olvida de sus joyas o una novia de su atavío? ¡Pues hace muchísimo tiempo que mi pueblo se olvidó de mí! 33 ¡Qué hábil eres para conseguir amantes! ¡Hasta las malas mujeres han aprendido de ti! 34 Tienes la ropa manchada de sangre, de sangre de gente pobre e inocente, a los que nunca sorprendiste robando. Por todo esto 35 te voy a juzgar: por alegar que no has pecado, por insistir en tu inocencia, por afirmar: “¡Dios ya no está enojado conmigo!”. 36 ¿Por qué cambias con tanta ligereza tu parecer?[a] Pues también Egipto te defraudará, como te defraudó Asiria. 37 Saldrás de allí con las manos en la cabeza, porque el Señor ha rechazado a aquellos en quienes confías, y no prosperarás con ellos.

3 »Supongamos que un hombre se divorcia de su mujer y que ella lo deja para casarse con otro. ¿Podría volver el primero a casarse con ella? ¿No quedará la tierra completamente contaminada? Pues bien, tú te has prostituido con muchos amantes y ya no podrás volver a mí», afirma el Señor. 2 «Fíjate bien en esas lomas desoladas: ¿Hay algún lugar donde no fuiste deshonrada? Como un beduino en el desierto, te sentabas junto al camino, a la espera de tus amantes. Has contaminado la tierra con tus prostituciones y maldades. 3 Por eso se demoraron las lluvias y no llegaron los aguaceros de primavera. Tienes el descaro de una prostituta; ¡no conoces la vergüenza! 4 No hace mucho me llamabas: “Padre mío, amigo de mi juventud, 5 ¿vas a estar siempre enojado? ¿Guardarás rencor eternamente?”. Y mientras hablabas, hacías todo el mal posible».

La infidelidad de Israel

6 Durante el reinado del rey Josías el Señor me dijo: «¿Has visto lo que ha hecho Israel, la infiel? Se fue a todo monte alto y allí, bajo cada árbol frondoso, se prostituyó. 7 Yo pensaba que después de hacer todo esto ella volvería a mí. Pero no lo hizo. Esto lo vio su hermana, la infiel Judá, 8 y vio[b] también que yo despedí a la apóstata Israel, y que le había dado carta de divorcio por todos los adulterios que había cometido. No obstante, su hermana, la infiel Judá, no tuvo ningún temor, sino que también ella se prostituyó. 9 Como Israel no tuvo ningún reparo en prostituirse, contaminó la tierra y cometió adulterio al adorar ídolos de piedra y de madera. 10 A pesar de todo esto, su hermana, la infiel Judá, no se volvió a mí de todo corazón, sino que solo fingió hacerlo», afirma el Señor.

11 El Señor me dijo: «La apóstata Israel ha resultado ser más justa que la infiel Judá. 12 Ve al norte y proclama este mensaje: »“¡Vuelve, apóstata Israel! No te miraré con ira”, afirma el Señor. “No te guardaré rencor para siempre, porque soy misericordioso”, afirma el Señor. 13 “Tan solo reconoce tu culpa y que te rebelaste contra el Señor tu Dios. Bajo todo árbol frondoso has brindado a dioses extraños tus favores y no has querido obedecerme”», afirma el Señor.

14 «¡Vuélvanse a mí, apóstatas —afirma el Señor—, porque yo soy su esposo! De ustedes tomaré uno de cada ciudad y dos de cada familia, y los traeré a Sión. 15 Les daré pastores conforme a mi corazón para que los guíen con sabiduría y entendimiento. 16 En aquellos días, cuando ustedes se hayan multiplicado y sean numerosos en el país —afirma el Señor—, ya no se dirá más: “Arca del pacto del Señor”. Nadie pensará más en ella ni la recordará; nadie la echará de menos ni volverá a fabricarla. 17 En aquel tiempo llamarán a Jerusalén: “Trono del Señor”. Todas las naciones se reunirán en Jerusalén para honrar el nombre del Señor y ya no volverán a seguir a su terco y malvado corazón. 18 En aquellos días la tribu de Judá se unirá al pueblo de Israel y juntos vendrán del país del norte, a la tierra que di como herencia a sus antepasados.

19 »Yo mismo dije: »“¡Cómo quisiera tratarte como a un hijo y darte una tierra deliciosa, la heredad más hermosa de las naciones!”. Yo creía que me llamarías “Padre mío” y que nunca dejarías de seguirme. 20 Pero tú, pueblo de Israel, me has sido infiel como una mujer infiel a su esposo», afirma el Señor. 21 Se escucha un grito en las lomas desoladas, el llanto de súplica del pueblo de Israel, porque han pervertido su conducta, se han olvidado del Señor su Dios.

22 «¡Vuélvanse, apóstatas, y los curaré de su infidelidad!». «Aquí estamos, a ti venimos, porque tú eres el Señor nuestro Dios. 23 Ciertamente son un engaño las colinas, y una mentira el estruendo sobre las montañas. Ciertamente en el Señor nuestro Dios está la salvación de Israel. 24 Desde nuestra juventud, la vergonzosa idolatría se ha engullido el esfuerzo de nuestros antepasados:

sus ovejas y sus vacas, sus hijos y sus hijas. 25 ¡Acostémonos en nuestra vergüenza y que nos cubra nuestra desgracia! ¡Nosotros y nuestros antepasados hemos pecado contra el Señor nuestro Dios! Desde nuestra juventud y hasta el día de hoy, no hemos obedecido al Señor nuestro Dios».

4 «Israel, si piensas volver, vuélvete a mí», afirma el Señor. «Si quitas de mi vista tus ídolos abominables y no te alejas de mí, 2 si con fidelidad, justicia y rectitud juras diciendo: “Tan cierto como que el Señor vive”, entonces en él serán benditas las naciones y en él se gloriarán».

3 Así dice el Señor a los habitantes de Judá y de Jerusalén: «Abran surcos en terrenos no labrados y no siembren entre espinos. 4 Habitantes de Judá y de Jerusalén, circunciden sus corazones: circuncídense para honrar al Señor, no sea que por la maldad de sus obras mi furor se encienda como el fuego y arda sin que nadie pueda apagarlo.

La amenaza del norte

5 »¡Anúncienlo en Judá, proclámenlo en Jerusalén! ¡Toquen la trompeta por toda esta tierra! Griten a voz en cuello: “¡Reúnanse y entremos en las ciudades fortificadas!”. 6 ¡Alcen la señal para ir a Sión! ¡Busquen refugio, no se detengan! Porque yo traigo del norte calamidad y gran destrucción». 7 Un león ha salido del matorral, un destructor de naciones se ha puesto en marcha; ha salido de su lugar de origen para desolar tu tierra; tus ciudades quedarán en ruinas y totalmente despobladas. 8 Por esto, vístanse de luto, laméntense y giman, porque la ardiente ira del Señor no se ha apartado de nosotros. 9 «En aquel día desfallecerá el corazón del rey y de los oficiales; los sacerdotes se llenarán de pánico y los profetas quedarán atónitos», afirma el Señor. 10 Yo dije: «¡Ah, mi Señor y Dios, cómo has engañado a este pueblo y a Jerusalén! Dijiste: “Tendrán paz”, pero tienen la espada en el cuello».

11 En aquel tiempo se dirá a este pueblo y a Jerusalén: «Desde las lomas desoladas del desierto sopla un viento abrasador en dirección a mi pueblo. No es el viento que sirve para aventar ni para limpiar el trigo; 12 el viento que haré venir es demasiado fuerte para eso, porque yo mismo dictaré sentencia contra ellos».

13 ¡Mírenlo avanzar como las nubes! ¡Sus carros de guerra parecen un huracán! ¡Sus caballos son más veloces que las águilas! ¡Ay de nosotros! ¡Estamos perdidos! 14 Jerusalén, limpia de maldad tu corazón para que seas salvada. ¿Hasta cuándo hallarán lugar en ti los pensamientos perversos? 15 Una voz anuncia desgracia desde Dan y desde las montañas de Efraín. 16 «Adviertan a las naciones, proclámenlo contra Jerusalén: “De lejanas tierras vienen sitiadores lanzando gritos de guerra contra las ciudades de Judá”.  17 La rodean como quien cuida un campo, porque ella se rebeló contra mí», afirma el Señor. 18 «Tu conducta y tus acciones te han causado todo esto. Este es tu castigo. ¡Qué amargo es! ¡Cómo te ha calado en el propio corazón!».

 

Colosenses 1:1 – 20

1 Pablo, apóstol de Cristo Jesús por la voluntad de Dios, y el hermano Timoteo, 2 a los fieles creyentes en Cristo que están en Colosas: Que Dios nuestro Padre les conceda[a] gracia y paz.

Acción de gracias e intercesión

3 Siempre que oramos por ustedes, damos gracias a Dios, el Padre de nuestro Señor Jesucristo, 4 pues hemos recibido noticias de su fe en Cristo Jesús y del amor que tienen por todos los creyentes 5 a causa de la esperanza reservada para ustedes en el cielo. De esta esperanza ya han sabido por la palabra de verdad, que es el evangelio 6 que ha llegado hasta ustedes. Este evangelio está dando fruto y creciendo en todo el mundo, como también ha sucedido entre ustedes desde el día en que supieron de la gracia de Dios y la comprendieron plenamente. 7 Así lo aprendieron de Epafras, nuestro querido colaborador y fiel servidor de Cristo para el bien de ustedes.[b] 8 Fue él quien nos contó del amor que tienen en el Espíritu.

9 Por eso, desde el día en que lo supimos, no hemos dejado de orar por ustedes. Pedimos que Dios les haga conocer plenamente su voluntad con toda sabiduría y comprensión espiritual, 10 para que vivan de manera digna del Señor, agradándole en todo. Esto implica dar fruto en toda buena obra, crecer en el conocimiento de Dios 11 y ser fortalecidos en todo sentido con su glorioso poder. Así perseverarán con paciencia en toda situación y con mucha alegría 12 darán gracias al Padre. Él los[c] ha facultado para participar de la herencia de los creyentes en el reino de la luz. 13 Él nos libró del dominio de la oscuridad y nos trasladó al reino de su amado Hijo, 14 en quien tenemos redención[d] y perdón de pecados.

La supremacía de Cristo

15 Él es la imagen del Dios invisible, el primogénito[e] sobre toda creación, 16 porque por medio de él fueron creadas todas las cosas en el cielo y en la tierra, visibles e invisibles, sean tronos, poderes, principados o autoridades: todo ha sido creado por medio de él y para él. 17 Él es anterior a todas las cosas, que por medio de él forman un todo coherente.[f] 18 Él es la cabeza del cuerpo, que es la iglesia. Él es el principio, el primogénito de entre los muertos, para ser en todo el primero. 19 Porque a Dios le agradó habitar en él con toda su plenitud 20 y por medio de él, reconciliar consigo todas las cosas, tanto las de la tierra como las del cielo, haciendo la paz mediante la sangre que derramó en la cruz.

 

Salmo 76:1 – 12

Al director musical. Acompáñese con instrumentos de cuerda. Salmo de Asaf. Cántico.

76 Dios es conocido en Judá; su nombre es exaltado en Israel. 2 En Salén se halla su santuario; en Sión está su morada. 3 Allí hizo pedazos las centelleantes saetas, los escudos, las espadas, las armas de guerra. Selah

4 Estás rodeado de esplendor; eres más imponente que las montañas de caza.[a] 5 Los valientes yacen ahora despojados; han caído en el sopor de la muerte. Ninguno de esos hombres de guerra volverá a levantar sus manos. 6 Cuando tú, Dios de Jacob, los reprendiste, jinetes y corceles quedaron aturdidos.

7 Tú, y solo tú, eres de temer. ¿Quién puede hacerte frente cuando se enciende tu enojo? 8 Desde el cielo diste a conocer tu veredicto; la tierra, temerosa, guardó silencio 9 cuando tú, oh Dios, te levantaste para juzgar, para salvar a todos los pobres de la tierra. Selah 10 La furia del hombre se vuelve tu alabanza, y los que sobrevivan al castigo te harán fiesta.[b]

11 Hagan promesas al Señor su Dios y cúmplanlas. Que todos los países vecinos traigan presentes al Dios temible, 12 al que deja sin aliento a los gobernantes, al que es temido por los reyes de la tierra.

 

Proverbios 24:21 – 22

30

24:21 Hijo mío, teme al Señor y honra al rey y no te juntes con los rebeldes, 22 porque de los dos recibirás un castigo repentino ¡y quién sabe qué calamidades sobrevendrán!