Día 278

Jeremías 4:19 – 6:14

4:19 ¡Qué angustia, qué angustia! ¡Me retuerzo de dolor! Mi corazón se agita. ¡Ay, corazón mío! ¡No puedo callarme! Puedo escuchar el toque de trompeta y el grito de guerra. 20 Un desastre llama a otro desastre; toda mi tierra está devastada. De repente fueron destruidas las cortinas y las tiendas donde habito. 21 ¿Hasta cuándo tendré que ver la bandera y escuchar el toque de la trompeta? 22 «Mi pueblo es necio, no me conoce; son hijos insensatos que no tienen entendimiento. Son hábiles para hacer el mal; no saben hacer el bien».

23 Miré a la tierra y estaba sin forma y vacía; miré a los cielos y no había luz. 24 Miré las montañas y estaban temblando; ¡se sacudían todas las colinas! 25 Miré y no quedaba nadie; habían huido todas las aves del cielo. 26 Miré y la tierra fértil era un desierto; estaban en ruinas todas las ciudades, por la acción del Señor, por causa de su ardiente ira.

27 Así dice el Señor: «Toda la tierra quedará desolada, pero no la destruiré por completo. 28 Por eso la tierra estará de luto y los altos cielos se oscurecerán, pues ya lo dije y no me retractaré; lo he decidido y no me volveré atrás». 29 Ante el ruido de jinetes y arqueros huye toda la ciudad. Algunos se meten en los matorrales, otros trepan por los peñascos. Toda la ciudad queda abandonada; ¡no queda un solo habitante!

30 ¿Qué piensas hacer, ciudad devastada? ¿Para qué te vistes de color púrpura? ¿Para qué te pones joyas de oro? ¿Para qué te maquillas los ojos? En vano te embelleces, pues tus amantes te desprecian; solo buscan tu muerte. 31 Oigo el grito como de parturienta, quejidos como de primeriza. Es el grito de la hija de Sión, que respira con dificultad; que extiende los brazos y dice: «¡Ay de mí, que desfallezco! ¡Estoy en manos de asesinos!».

La corrupción de Jerusalén y de Judá

5 «Recorran las calles de Jerusalén, observen con cuidado, busquen por las plazas. Si encuentran una sola persona que practique la justicia y busque la verdad, yo perdonaré a esta ciudad. 2 Aunque juran diciendo: “Tan cierto como que el Señor vive”, de hecho, juran con falsedad».

3 Señor, ¿acaso no buscan tus ojos la verdad? Golpeaste a esa gente y no les dolió, acabaste con ellos y no quisieron ser corregidos. Endurecieron su rostro más que una roca y no quisieron arrepentirse. 4 Entonces pensé: «Ellos son pobres e ignorantes, porque no conocen el camino del Señor ni las demandas de su Dios. 5 Me dirigiré a los líderes y les hablaré; porque ellos sí conocen el camino del Señor y las demandas de su Dios». Pero ellos también quebrantaron el yugo y rompieron las ataduras. 6 Por eso los herirá el león de la selva y los despedazará el lobo del desierto; frente a sus ciudades está el leopardo al acecho y todo el que salga de ellas será despedazado, pues son muchas sus rebeliones y numerosas sus infidelidades.

7 «¿Por qué habré de perdonarte? Tus hijos me han abandonado, han jurado por los que no son dioses. Cuando suplí sus necesidades, ellos cometieron adulterio y en tropel se volcaron a los prostíbulos. 8 Son como caballos bien alimentados y excitados; todos relinchan por la mujer ajena. 9 ¿Y no los he de castigar por esto? ¿Acaso no he de vengarme de semejante nación?», afirma el Señor.

10 «Suban por los surcos de esta viña y arrásenla, pero no acaben con ella. Arránquenle sus ramas, porque no son del Señor. 11 Pues las casas de Israel y de Judá me han sido completamente infieles», afirma el Señor. 12 Ellas han negado al Señor y hasta dicen: «¡Dios no existe! Ningún mal vendrá sobre nosotros, no sufriremos guerras ni hambre». 13 Los profetas son como el viento: la palabra no está en ellos. ¡Que así les suceda!

14 Por eso, así dice el Señor, el Dios de los Ejércitos: «Por cuanto el pueblo ha hablado de esa forma, mis palabras serán como fuego en tu boca, y este pueblo, como un montón de leña. Ese fuego los consumirá. 15 Pueblo de Israel, voy a traer contra ustedes una nación lejana, una nación fuerte y antigua, una nación cuyo idioma no conocen, cuyo lenguaje no entienden», afirma el Señor. 16 «Todos ellos son guerreros valientes; su aljaba es como un sepulcro abierto. 17 Acabarán con tu cosecha y tu alimento, devorarán a tus hijos e hijas, matarán a tus ovejas y vacas, y destruirán tus viñas y tus higueras. Tus ciudades fortificadas, en las que pusiste tu confianza, serán pasadas a filo de espada.

18 »Sin embargo, aun en aquellos días no los destruiré por completo», afirma el Señor. 19 «Y cuando te pregunten: “¿Por qué el Señor nuestro Dios nos ha hecho todo esto?”, tú responderás: “Así como ustedes me han abandonado y en su propia tierra han servido a dioses extranjeros, así también en tierra extraña servirán a gente extranjera”.

20 »Anuncien esto en la casa de Jacob y proclámenlo en Judá: 21 Escucha esto, pueblo necio e insensible, que tiene ojos, pero no ve, que tiene oídos, pero no oye. 22 ¿Acaso has dejado de temerme?», afirma el Señor. «¿No debieras temblar ante mí? Yo puse la arena como límite del mar, como frontera perpetua e infranqueable. Aunque se agiten sus olas, no podrán prevalecer; aunque bramen, no traspasarán esa frontera. 23 Pero este pueblo tiene un corazón terco y rebelde; me abandonó y se fue. 24 No reflexionan ni dicen: “Temamos al Señor nuestro Dios, quien a su debido tiempo nos da lluvia, las lluvias de otoño y primavera, y nos asegura las semanas señaladas para la cosecha”. 25 Las iniquidades de ustedes les han quitado estos beneficios; sus pecados los han privado de estas bendiciones.

26 »Sin duda en mi pueblo hay malvados, que están al acecho como cazadores de aves, que ponen trampas para atrapar a la gente. 27 Como jaulas llenas de pájaros, llenas de engaño están sus casas; por eso se han vuelto poderosos y ricos, 28 gordos y elegantes. Sus obras de maldad no tienen límite: no hacen justicia al huérfano, para que su causa prospere; ni defienden tampoco el derecho de los menesterosos. 29 ¿Y no los he de castigar por esto? ¿No he de vengarme de semejante nación?», afirma el Señor.

30 «Algo espantoso y terrible ha ocurrido en este país. 31 Los profetas profieren mentiras, los sacerdotes gobiernan a su antojo, ¡y mi pueblo tan campante! Pero ¿qué van a hacer ustedes cuando todo haya terminado?

Jerusalén es sitiada

6 »¡Huyan a un lugar seguro, benjamitas! ¡Huyan de Jerusalén! ¡Toquen la trompeta en Tecoa! ¡Levanten señal en Bet Haqueren! Porque una desgracia, una gran destrucción, nos amenaza desde el norte. 2 Estoy por destruir a Sión, tan hermosa y delicada. 3 Los pastores y sus rebaños vienen contra ella: acampan a su alrededor, y cada uno escoge su pastizal». 4 «¡Prepárense para pelear contra ella! ¡Ataquémosla al mediodía! Pero ¡ay de nosotros, que el día se acaba porque se extienden las sombras del anochecer! 5 ¡Vamos, ataquémosla de noche y destruyamos sus fortalezas!».

6 Así dice el Señor de los Ejércitos: «¡Talen árboles y levanten una rampa contra Jerusalén! Esta ciudad debe ser castigada, pues en ella no hay más que opresión. 7 Como un pozo que hace brotar agua, así Jerusalén hace brotar su maldad. En ella se oye de violencia y destrucción; no veo otra cosa que enfermedades y heridas. 8 ¡Escarmienta, Jerusalén, para que no me aparte de ti! De lo contrario, te dejaré devastada, en una tierra inhabitable».

9 Así dice el Señor de los Ejércitos: «Busquen al remanente de Israel. Rebusquen, como en una viña; repasen las ramas, como lo hace el vendimiador». 10 ¿A quién hablaré? ¿A quién advertiré? ¿Quién podrá escucharme? Tienen tapados[a] los oídos y no pueden comprender. La palabra del Señor los ofende; no se complacen en ella. 11 Pero yo estoy lleno de la ira del Señor, y ya no puedo contenerme.

«Derrama tu ira en la calle sobre los niños, sobre los grupos de jóvenes, porque serán capturados el marido y la mujer, la gente madura y la entrada en años. 12 Sus casas, sus campos y sus mujeres caerán en manos extrañas, porque yo voy a extender mi mano contra los habitantes del país», afirma el Señor. 13 «Desde el más pequeño hasta el más grande, todos codician ganancias injustas; desde el profeta hasta el sacerdote, todos practican el engaño. 14 Curan por encima la herida de mi pueblo y les desean: “¡Paz, paz!”, cuando en realidad no hay paz.

 

Colosenses 1:21 – 2:7

1:21 En otro tiempo ustedes, por sus actitudes y malas acciones, estaban alejados de Dios y eran sus enemigos. 22 Pero ahora Dios, a fin de presentarlos santos, intachables e irreprensibles delante de él, los ha reconciliado en el cuerpo mortal de Cristo mediante su muerte, 23 con tal de que se mantengan firmes en la fe, bien cimentados y estables, sin abandonar la esperanza que ofrece el evangelio. Este es el evangelio que ustedes oyeron y que ha sido proclamado en toda la creación debajo del cielo y del que yo, Pablo, he llegado a ser servidor.

Trabajo de Pablo por la iglesia

24 Ahora me alegro en medio de mis sufrimientos por ustedes y voy completando en mí mismo lo que falta de las aflicciones de Cristo, en favor de su cuerpo, que es la iglesia. 25 De esta llegué a ser servidor según el plan que Dios me encomendó para ustedes: el dar cumplimiento a la palabra de Dios, 26 anunciando el misterio que se ha mantenido oculto por siglos y generaciones, pero que ahora se ha manifestado a su pueblo santo. 27 A estos Dios se propuso dar a conocer cuál es la gloriosa riqueza de este misterio entre las naciones, que es Cristo en ustedes, la esperanza de gloria.

28 A este Cristo proclamamos, aconsejando y enseñando con toda sabiduría a todas las personas, para presentarlas completamente maduras en su unión con Cristo. 29 Con este fin trabajo y lucho fortalecido por el poder de Cristo que obra en mí.

2 Quiero que sepan qué gran lucha sostengo por el bien de ustedes y de los que están en Laodicea, y de tantos que no me conocen personalmente. 2 Quiero que lo sepan para que cobren ánimo, permanezcan unidos por amor, y tengan toda la riqueza que proviene de la convicción y del entendimiento. Así conocerán el misterio de Dios, es decir, a Cristo, 3 en quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento. 4 Digo esto para que nadie los engañe con argumentos que parecen convincentes. 5 Aunque estoy físicamente ausente, los acompaño en espíritu, y me alegro al ver su buen orden y la firmeza de su fe en Cristo.

Libertad en Cristo

6 Por eso, de la manera que recibieron a Cristo Jesús como Señor, vivan ahora en él, 7 arraigados y edificados en él, confirmados en la fe como se les enseñó y llenos de gratitud.

 

Salmo 77:1 – 20

Al director musical. Para Jedutún. Salmo de Asaf.

77 A Dios elevo mi voz suplicante; a Dios elevo mi voz para que me escuche. 2 Cuando estoy angustiado, recurro al Señor; sin cesar elevo mis manos por las noches, pero me niego a recibir consuelo.

3 Me acuerdo de Dios y me lamento; medito en él y mi espíritu desfallece. Selah 4 Me impides cerrar los ojos; tan turbado estoy que ni hablar puedo. 5 Me pongo a pensar en los tiempos de antaño; de los años ya idos me acuerdo. 6 En la noche recuerdo mi canción; mi corazón medita y mi espíritu pregunta: 7 «¿Nos rechazará el Señor para siempre? ¿No volverá a mostrarnos su buena voluntad? 8 ¿Se habrá agotado para siempre su gran amor y su promesa por todas las generaciones? 9 ¿Se habrá olvidado Dios de sus misericordias y en su enojo ya no quiere tenernos compasión?». Selah

10 Y me pongo a pensar: «Esto es lo que me duele: que haya cambiado la diestra del Altísimo». 11 Prefiero recordar las hazañas del Señor, traer a la memoria sus milagros de antaño. 12 Meditaré en todas tus proezas; evocaré tus obras poderosas. 13 Santos, oh Dios, son tus caminos; ¿qué dios hay tan excelso como nuestro Dios? 14 Tú eres el Dios que hace maravillas; el que despliega su poder entre los pueblos. 15 Con tu brazo poderoso redimiste a tu pueblo, a los descendientes de Jacob y de José. Selah

16 Las aguas te vieron, oh Dios, las aguas te vieron y se agitaron; el propio abismo se estremeció con violencia. 17 Derramaron su lluvia las nubes; retumbaron con estruendo los cielos; rasgaron el espacio tus flechas. 18 Tu estruendo retumbó en el torbellino y tus relámpagos iluminaron el mundo; la tierra se estremeció con temblores. 19 Te abriste camino en el mar, pasaste entre las muchas aguas, y no se hallaron tus huellas. 20 Por medio de Moisés y de Aarón guiaste como un rebaño a tu pueblo.

 

Proverbios 24:23 – 25

Otros dichos de los sabios

24:23 También estos son dichos de los sabios: No es correcto ser parcial en el juicio. 24 Quien declare inocente al culpable lo maldecirán los pueblos y lo despreciarán las naciones. 25 Pero serán bien vistos y bendecidos los que condenen al culpable.