Día 81

Números 33:40-35:34

33:40 El rey cananeo de Arad, que vivía en el Néguev de Canaán, se enteró de que los israelitas se acercaban.

41 Partieron del monte Hor y acamparon en Zalmona.

42 Partieron de Zalmona y acamparon en Punón.

43 Partieron de Punón y acamparon en Obot.

44 Partieron de Obot y acamparon en Iyé Abarín, en la frontera con Moab.

45 Partieron de Iyé Abarín y acamparon en Dibón Gad.

46 Partieron de Dibón Gad y acamparon en Almón Diblatayin.

47 Partieron de Almón Diblatayin y acamparon en los campos de Abarín, cerca de Nebo.

48 Partieron de los montes de Abarín y acamparon en las llanuras de Moab, cerca del Jordán, a la altura de Jericó. 49 Acamparon a lo largo del Jordán, desde Bet Yesimot hasta Abel Sitín, en las llanuras de Moab.

Instrucciones acerca de la tierra prometida

50 Allí en las llanuras de Moab, cerca del Jordán, a la altura de Jericó, el Señor dijo a Moisés: 51 «Habla con los israelitas y diles que, una vez que crucen el Jordán y entren en Canaán, 52 deberán expulsar del país a todos sus habitantes y destruir todos los ídolos e imágenes fundidas que ellos tienen. Ordénales que arrasen todos sus altares paganos 53 y conquisten la tierra y la habiten, porque yo se la he dado a ellos como heredad. 54 La tierra deberán repartirla por sorteo, según sus clanes. La tribu más numerosa recibirá la heredad más grande, mientras que la tribu menos numerosa recibirá la heredad más pequeña. Todo lo que les toque en el sorteo será de ellos, y recibirán su heredad según sus familias patriarcales.

55 »Pero si no expulsan a los habitantes de la tierra que ustedes van a poseer, sino que los dejan allí, esa gente les causará problemas, como si tuvieran clavadas astillas en los ojos y espinas en los costados. 56 Entonces yo haré con ustedes lo que había pensado hacer con ellos».

Fronteras de Canaán

34 El Señor dijo a Moisés: «Hazles saber a los israelitas que las fronteras de Canaán, la tierra que van a recibir en heredad, serán las siguientes:

»La frontera sur empezará en el desierto de Zin, en los límites con Edom. Por el este, la frontera sur estará donde termina el mar Muerto. A partir de allí, la línea fronteriza avanzará hacia el sur, hacia la cuesta de los Escorpiones, cruzará Zin hasta alcanzar Cades Barnea, y llegará hasta Jazar Adar y Asmón. De allí la frontera se volverá hacia el torrente de Egipto, para terminar en el mar Mediterráneo.

La frontera occidental del país será la costa del mar Mediterráneo.

Para la frontera norte, la línea fronteriza correrá desde el mar Mediterráneo hasta el monte Hor, y desde el monte Hor hasta Lebó Jamat.[a] De allí, esta línea seguirá hasta llegar a Zedad, para continuar hasta Zifrón y terminar en Jazar Enán. Esta será la frontera norte del país.

10 Para la frontera oriental, la línea fronteriza correrá desde Jazar Enán hasta Sefán. 11 De Sefán bajará a Riblá, que está al este de Ayin; de allí descenderá al este, hasta encontrarse con la ribera del lago Quinéret,[b] 12 y de allí la línea bajará por el río Jordán, hasta el mar Muerto.

»Esas serán las cuatro fronteras del país».

13 Moisés dio a los israelitas la siguiente orden: «Esta es la tierra que se repartirá por sorteo. El Señor ha ordenado que sea repartida solo entre las nueve tribus y media, 14 pues las familias patriarcales de las tribus de Rubén, Gad y la media tribu de Manasés ya recibieron su heredad. 15 Estas dos tribus y media ya tienen su heredad en el este, cerca del río Jordán, a la altura de Jericó, por donde sale el sol».

Repartición de la tierra

16 El Señor dijo a Moisés: 17 «Estos son los nombres de los encargados de repartir la tierra como heredad: el sacerdote Eleazar y Josué, hijo de Nun. 18 Ustedes, por su parte, tomarán a un jefe de cada tribu para que les ayuden a repartir la tierra.

19 »Los nombres de los jefes de tribu fueron los siguientes:

»Caleb, hijo de Jefone, de la tribu de Judá;

20 Samuel, hijo de Amiud, de la tribu de Simeón;

21 Elidad, hijo de Quislón, de la tribu de Benjamín;

22 Buquí, hijo de Joglí, jefe de la tribu de Dan;

23 Janiel, hijo de Efod, jefe de la tribu de Manasés hijo de José;

24 Quemuel, hijo de Siftán, jefe de la tribu de Efraín, hijo de José;

25 Elizafán, hijo de Parnac, jefe de la tribu de Zabulón;

26 Paltiel, hijo de Azán, jefe de la tribu de Isacar;

27 Ajiud, hijo de Selomí, jefe de la tribu de Aser;

28 Pedael, hijo de Amiud, jefe de la tribu de Neftalí».

29 A estos encargó el Señor repartir la heredad entre los israelitas, en la tierra de Canaán.

Ciudades levíticas

35 En las llanuras de Moab, cerca del Jordán, a la altura de Jericó, el Señor dijo a Moisés: «Ordénales a los israelitas que, de las heredades que reciban, entreguen a los levitas ciudades donde vivir, junto con los campos de pastoreo que rodean esas ciudades. De esta manera los levitas tendrán ciudades donde vivir y campos de pastoreo para su ganado, rebaños y animales.

»Los campos de pastoreo que entreguen a los levitas rodearán la ciudad, a mil codos[c] de la muralla. A partir de los límites de la ciudad, ustedes medirán dos mil codos[d]hacia el este, dos mil hacia el sur, dos mil hacia el oeste y dos mil hacia el norte. La ciudad quedará en el centro. Estas serán los campos de pastoreo de sus ciudades.

»De las ciudades que recibirán los levitas, seis serán ciudades de refugio. A ellas podrá huir cualquiera que haya matado a alguien. Además de estas seis ciudades, les entregarán otras cuarenta y dos. En total, les darán cuarenta y ocho ciudades con sus campos de pastoreo. El número de ciudades que los israelitas entreguen a los levitas de la tierra que van a heredar deberá ser proporcional a la heredad que corresponda a cada tribu. Es decir, de una tribu numerosa se tomará un número mayor de ciudades, mientras que de una tribu pequeña se tomará un número menor de ciudades».

Ciudades de refugio

El Señor ordenó a Moisés 10 que dijera a los israelitas: «Cuando crucen el Jordán y entren a Canaán, 11 escojan ciudades de refugio adonde pueda huir quien involuntariamente mate a alguien. 12 Esa persona podrá huir a esas ciudades para protegerse del vengador. Así se evitará que se mate al homicida antes de ser juzgado por la comunidad. 13 Seis serán las ciudades que ustedes reservarán como ciudades de refugio. 14 Tres de ellas estarán en el lado este del Jordán y las otras tres en Canaán. 15 Estas seis ciudades servirán de refugio a los israelitas y a los extranjeros, sean estos residentes o solo estén de paso. Cualquiera que involuntariamente dé muerte a alguien podrá refugiarse en estas ciudades.

16 »Si alguien golpea a una persona con un objeto de hierro y esa persona muere, el agresor es un asesino y será condenado a muerte.

17 »Si alguien golpea a una persona con una piedra y esa persona muere, el agresor es un asesino y será condenado a muerte.

18 »Si alguien golpea a una persona con un pedazo de madera y esa persona muere, el agresor es un asesino y será condenado a muerte. 19 Corresponderá al vengador matar al asesino. Cuando lo encuentre, lo matará.

20 »Si alguien mata a una persona por haberla empujado con malas intenciones, o por haberle lanzado algo intencionalmente, 21 o por haberle dado un puñetazo por enemistad, el agresor es un asesino y será condenado a muerte. Cuando el vengador lo encuentre, lo matará.

22 »Pero podría ocurrir que alguien sin enemistad empuje a una persona, o que sin mala intención le lance algún objeto, 23 o que sin darse cuenta le deje caer una piedra, y que esa persona muera. Como en este caso ellos no eran enemigos, ni hubo intención de hacer daño, 24 será la comunidad la que, de acuerdo con estas leyes, deberá juzgar entre el acusado y el vengador. 25 La comunidad deberá proteger del vengador al acusado, dejando que el acusado regrese a la ciudad de refugio adonde huyó, y que se quede allí hasta la muerte del sumo sacerdote que fue ungido con el aceite sagrado.

26 »Pero si el acusado sale de los límites de la ciudad de refugio adonde huyó, 27 el vengador podrá matarlo y no será culpable de homicidio si lo encuentra fuera de la ciudad. 28 Así que el acusado debe permanecer en su ciudad de refugio hasta la muerte del sumo sacerdote. Después de eso podrá volver a su heredad.

29 »Estas disposiciones legales regirán siempre sobre todos tus descendientes, dondequiera que vivan.

30 »Solo por el testimonio de varios testigos se podrá dar muerte a una persona acusada de homicidio. Nadie podrá ser condenado a muerte por el testimonio de un solo testigo.

31 »No aceptarán rescate por la vida de un asesino condenado a muerte. Tendrá que morir.

32 »Tampoco aceptarán rescate para permitir que el refugiado regrese a vivir a su tierra antes de la muerte del sumo sacerdote.

33 »No contaminarán la tierra que habitan. El derramamiento de sangre contamina la tierra, y solo con la sangre de aquel que la derramó es posible purificar la tierra.

34 »No contaminarán la tierra donde vivan, y donde yo también habito, porque yo, el Señor, vivo entre los israelitas».

 

 

Lucas 5:12-28

Jesús sana a un enfermo de la piel

5:12 En otra ocasión, cuando Jesús estaba en un pueblo, se presentó un hombre con su piel toda enferma. Al ver a Jesús, cayó rostro en tierra y suplicó:

—Señor, si quieres, puedes limpiarme.

13 Jesús extendió la mano y tocó al hombre.

—Sí, quiero —dijo—. ¡Queda limpio!

Y al instante desapareció la enfermedad.

14 —No se lo digas a nadie —ordenó Jesús—; solo ve, preséntate al sacerdote y lleva por tu purificación lo que ordenó Moisés, para que les sirva de testimonio.

15 Sin embargo, la fama de Jesús se extendía cada vez más, de modo que acudían a él multitudes para oírlo y para que los sanara de sus enfermedades. 16 Él, por su parte, solía retirarse a lugares solitarios para orar.

Jesús sana a un paralítico

17 Un día, mientras enseñaba, estaban sentados allí algunos fariseos y maestros de la Ley que habían venido de todas las aldeas de Galilea y Judea, y también de Jerusalén. Y el poder del Señor estaba con él para sanar a los enfermos. 18 Entonces llegaron unos hombres que llevaban en una camilla a un paralítico. Procuraron entrar para ponerlo delante de Jesús, 19 pero no pudieron a causa de la multitud. Así que subieron a la azotea y separando las tejas, lo bajaron en la camilla hasta ponerlo en medio de la gente, frente a Jesús.

20 Al ver la fe de ellos Jesús dijo:

—¡Amigo, tus pecados quedan perdonados!

21 Los maestros de la Ley y los fariseos comenzaron a pensar: «¿Quién es este que dice blasfemias? ¿Quién puede perdonar pecados sino solo Dios?».

22 Pero Jesús supo lo que estaban pensando y les dijo:

—¿Por qué razonan así? 23 ¿Qué es más fácil, decirle: “Tus pecados quedan perdonados” o decirle: “Levántate y anda”?24 Pues, para que sepan que el Hijo del hombre tiene autoridad en la tierra para perdonar pecados —se dirigió entonces al paralítico—: A ti te digo, levántate, toma tu camilla y vete a tu casa.

25 Al instante se levantó a la vista de todos, tomó la camilla en que había estado acostado y se fue a su casa alabando a Dios. 26 Todos quedaron asombrados y ellos también alababan a Dios. Estaban llenos de temor y decían: «Hoy hemos visto maravillas».

Llamamiento de Leví

27 Después de esto salió Jesús y se fijó en un recaudador de impuestos llamado Leví, sentado a la mesa donde cobraba.

«Sígueme» —dijo Jesús.

28 Y Leví se levantó, lo dejó todo y lo siguió.


Salmo 65:1-13

65 A ti, oh Dios, en Sión,   te espera la alabanza,    y a ti se te deben cumplir las promesas.Tú escuchas la oración,    a ti acude todo mortal.
Cuando nuestras iniquidades    y nuestros delitos nos abrumaban,    tú los perdonaste.
¡Dichoso aquel a quien tú escoges,    al que atraes a ti para que viva en tus atrios!
Saciémonos de los bienes de tu casa,    de los dones de tu santo Templo.Tú, oh Dios y Salvador nuestro,    nos respondes con asombrosas obras de justicia; tú eres la esperanza de los confines de la tierra   y de los más lejanos mares.Tú, con tu poder, formaste las montañas,    ceñido de fuerza.Tú calmaste el rugido de los mares,    el estruendo de sus olas    y el tumulto de los pueblos.Los que viven en remotos lugares se asombran ante tus prodigios;   desde el amanecer hasta el anochecer   tú inspiras canciones de alegría. Cuidas la tierra, la riegas   y la enriqueces abundantemente.Los arroyos de Dios se llenan de agua,    para asegurarle trigo al pueblo,    porque así preparas el campo. 10 Empapas los surcos, nivelas sus terrones,  reblandeces la tierra con lluvias abundantes    y bendices sus renuevos. 11 Tú coronas el año con tus bondades   y tus carretas se desbordan de abundancia.12 Rebosan los prados del desierto;     las colinas se visten de alegría. 13 Pobladas de rebaños están las praderas    y cubiertos los valles de trigales,  aclaman y cantan alegres.

 

 

Proverbios 11:23

11:23 Los deseos de los justos terminan bien; la esperanza de los malvados termina en ira