Jeremía 30:1 – 31:26
Restauración de Israel
30 Esta es la palabra que vino a Jeremías de parte del Señor: 2 «Así dice el Señor, el Dios de Israel: “Escribe en un libro todas las palabras que te he dicho. 3 Porque vienen días —afirma el Señor—, cuando yo haré volver del cautiverio a[a] mi pueblo Israel y Judá; los traeré a la tierra que di a sus antepasados y la poseerán”», afirma el Señor.
4 Esto fue lo que el Señor dijo a Jeremías acerca de Israel y Judá: 5 «Así dice el Señor: »“Hemos escuchado un grito de espanto; no hay paz, sino terror. 6 Pregunten y vean si acaso los varones dan a luz. ¿Por qué, pues, veo a todos los hombres con las manos sobre el vientre, como mujeres con dolores de parto? ¿Por qué han palidecido todos los rostros? 7 ¡Ay! Será un día terrible, un día sin comparación. Será un tiempo de angustia para Jacob, pero será librado de ella.
8 »”En aquel día”, afirma el Señor de los Ejércitos, “quebraré el yugo que mi pueblo lleva sobre el cuello, romperé sus ataduras, y ya no serán esclavos de extranjeros. 9 Servirán al Señor su Dios, y a David, a quien pondré como su rey. 10 »”No temas, Jacob, siervo mío; no te asustes, Israel”, afirma el Señor. “A ti, Jacob, te libraré de ese país lejano; a tus descendientes los libraré del exilio. Volverás a vivir en paz y seguridad y ya nadie te infundirá temor. 11 Porque yo estoy contigo para salvarte”, afirma el Señor. “Destruiré por completo a todas las naciones entre las que te había dispersado. Pero a ti no te destruiré del todo, sino que te disciplinaré con justicia; de ninguna manera quedarás impune”.
12 »Así dice el Señor: »“Tu herida es incurable, tu llaga no tiene remedio. 13 No hay quien defienda tu causa; no hay remedio para tu mal ni sanidad para tu enfermedad. 14 Todos tus amantes te han olvidado; ya no se ocupan de ti. Por causa de tu enorme iniquidad, y por tus muchos pecados, te he golpeado como a un enemigo, te di un castigo cruel. 15 ¿Por qué te quejas de tus heridas si tu dolor es incurable? Por causa de tu enorme iniquidad y por tus muchos pecados, yo te he tratado así.
16 »”Pero, todos los que te devoren serán devorados; todos tus enemigos serán deportados. Todos los que te saqueen serán saqueados; todos los que te despojen serán despojados. 17 Porque yo restauraré tu salud y sanaré tus heridas”, afirma el Señor, “porque te han llamado la desechada, la pobre Sión, la que a nadie le importa”.
18 »Así dice el Señor: »“Restauraré la fortuna de las tiendas de campaña de Jacob y tendré compasión de sus moradas. La ciudad resurgirá sobre sus ruinas y el palacio se asentará en el lugar debido. 19 Surgirán de ellos cánticos de gratitud y gritos de alegría. Multiplicaré su descendencia y no disminuirá; los honraré y no serán menospreciados. 20 Sus hijos volverán a ser como antes; ante mí será restablecida su comunidad, pero castigaré a todos sus opresores. 21 De entre ellos surgirá su líder; uno de ellos será su gobernante. Lo acercaré hacia mí y él estará a mi lado, pues ¿quién arriesgaría su vida por acercarse a mí?”, afirma el Señor. 22 “Ustedes serán mi pueblo y yo seré su Dios”».
23 La tempestad del Señor ha estallado con furor; una tempestad huracanada se ha desatado sobre los malvados. 24 La ardiente ira del Señor no pasará hasta que haya realizado del todo los propósitos de su corazón. Todo esto lo comprenderán ustedes al final de los tiempos.
31 «En aquel tiempo —afirma el Señor—, seré el Dios de todas las familias de Israel, y ellas serán mi pueblo». 2 Así dice el Señor: «El pueblo que escapó de la espada ha hallado gracia en el desierto; Israel va en busca de su reposo». 3 Hace mucho tiempo[b] se me apareció el Señor y me dijo: «Con amor eterno te he amado; por eso te he prolongado mi fidelidad, 4 oh virginal Israel. Te edificaré de nuevo; ¡sí, serás reedificada! De nuevo tomarás panderos y saldrás a bailar con alegría. 5 Volverás a plantar viñedos en las colinas de Samaria y, quienes los planten, gozarán de sus frutos. 6 Vendrá un día en que los centinelas gritarán por las colinas de Efraín: “¡Vengan, subamos a Sión, al Señor nuestro Dios!”».
7 Así dice el Señor: «Canten jubilosos en honor de Jacob; griten de alegría por la mejor de las naciones. Hagan oír sus alabanzas y clamen: “¡Salva, Señor, a tu pueblo! ¡Salva al remanente de Israel!”. 8 Yo los traeré del país del norte; los reuniré de los confines de la tierra. ¡Volverá una gran multitud! Entre ellos vendrán ciegos y cojos, embarazadas y parturientas. 9 Entre llantos vendrán y entre consuelos los conduciré. Los guiaré a corrientes de agua por un camino llano en el que no tropezarán. Yo soy el padre de Israel; mi primogénito es Efraín.
10 »Naciones, escuchen la palabra del Señor, y anuncien en las costas más lejanas: “El que dispersó a Israel, lo reunirá; lo cuidará como un pastor a su rebaño”. 11 Porque el Señor rescató a Jacob; lo redimió de una mano más poderosa que él. 12 Vendrán y cantarán jubilosos en las alturas de Sión; disfrutarán de las bondades del Señor: el trigo, el vino nuevo y el aceite, las crías de las ovejas y las vacas. Serán como un jardín bien regado, y no volverán a desfallecer. 13 Entonces las jóvenes danzarán con alegría y los jóvenes junto con los ancianos. Convertiré su duelo en gozo y los consolaré; transformaré su dolor en alegría. 14 Colmaré de abundancia a los sacerdotes, y saciaré con mis bienes a mi pueblo», afirma el Señor.
15 Así dice el Señor: «Se oye un grito en Ramá, lamentos y amargo llanto. Es Raquel que llora por sus hijos y no quiere ser consolada. ¡Sus hijos ya no existen!». 16 Así dice el Señor: «Reprime tu llanto, las lágrimas de tus ojos, pues tus obras tendrán su recompensa: tus hijos volverán del país enemigo», afirma el Señor. 17 «Se vislumbra esperanza en tu futuro: tus hijos volverán a su patria», afirma el Señor.
18 «Por cierto, he escuchado el lamento de Efraín: “Me has azotado como a un ternero sin domar y he aceptado tu corrección. Hazme volver, y seré restaurado; porque tú, Señor, eres mi Dios. 19 Yo me aparté, pero me arrepentí; al comprenderlo me di golpes de pecho.[c] Me siento avergonzado y humillado porque cargo con la deshonra de mi juventud”. 20 ¿Acaso no es Efraín mi hijo amado? ¿Acaso no es el niño en quien me deleito? Cada vez que lo reprendo, vuelvo a acordarme de él. Por él mi corazón se conmueve; por él siento mucha compasión», afirma el Señor. 21 «Ponte señales en el camino, coloca marcas por donde pasaste, fíjate bien en el sendero. ¡Vuelve, virginal Israel; vuelve a tus ciudades! 22 ¿Hasta cuándo andarás errante, hija infiel? El Señor creará algo nuevo en la tierra, la mujer regresará a su esposo».[d]
23 Así dice el Señor de los Ejércitos, el Dios de Israel: «Cuando yo los haga volver del cautiverio,[e] en la tierra de Judá y en sus ciudades volverá a decirse: “Que el Señor te bendiga, morada de justicia, monte santo”. 24 Allí habitarán juntos Judá y todas sus ciudades, los agricultores y los pastores de rebaños. 25 Daré de beber a los sedientos y saciaré a los que estén agotados». 26 En ese momento me desperté y abrí los ojos. Había tenido un sueño agradable.
1 Timoteo 2:1 – 15
Instrucciones sobre la adoración
2 Así que recomiendo, ante todo, que se hagan plegarias, oraciones, súplicas y acciones de gracias por todos, 2 por los reyes y por todas las autoridades, para que tengamos paz y tranquilidad, y llevemos una vida devota y digna. 3 Esto es bueno y agradable a Dios nuestro Salvador, 4 pues él quiere que todos sean salvos y lleguen a conocer la verdad. 5 Porque hay un solo Dios y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre, 6 quien dio su vida como rescate por todos. Este testimonio Dios lo ha dado a su debido tiempo, 7 y para proclamarlo me nombró heraldo y apóstol. Digo la verdad y no miento: Dios me hizo maestro de los no judíos para enseñarles la verdadera fe.
8 Quiero, pues, que en todas partes los hombres oren, levantando las manos al cielo con santidad, sin enojos ni contiendas. 9 En cuanto a las mujeres, quiero que ellas se vistan decorosamente, con modestia y recato, sin peinados ostentosos, ni oro, ni perlas, ni vestidos costosos. 10 Que se adornen más bien con buenas obras, como corresponde a mujeres que profesan servir a Dios.
11 La mujer debe aprender con serenidad,[a] con toda sumisión. 12 No permito que la mujer enseñe al hombre y ejerza autoridad sobre él; debe mantenerse ecuánime.[b] 13 Porque primero fue formado Adán, y Eva después. 14 Además, no fue Adán el engañado, sino la mujer; y ella, una vez engañada, incurrió en pecado. 15 Pero la mujer se salvará[c] siendo madre y si permanece con sensatez en la fe, el amor y la santidad.
Salmo 87:1 – 7
Salmo de los hijos de Coré. Cántico.
87 Los cimientos de la ciudad de Dios[a] están en el santo monte. 2 El Señor ama las entradas de Sión más que a todas las moradas de Jacob. 3 De ti, ciudad de Dios, se dicen cosas gloriosas: Selah 4 «Entre los que me reconocen puedo contar a Rahab y a Babilonia, a Filistea y a Tiro, lo mismo que a Cus. Se dice: “Este nació en Sión”». 5 De Sión se dirá, en efecto: «Este y aquel nacieron en ella. El Altísimo mismo la ha establecido». 6 El Señor anotará en el registro de los pueblos: «Este nació en Sión». Selah 7 Y mientras cantan y bailan, dicen: «Todas mis fuentes están en ti».[b]
Proverbios 25:18 – 19
25:18 Un mazo, una espada, una aguda saeta, eso es el testigo falso que declara contra su amigo. 19 Confiar en gente desleal en momentos de angustia es como tener un diente roto o una pierna vacilante.