Isaías 41:17 – 43:13
41:17 »Los pobres y los necesitados buscan agua, pero no la encuentran; la sed les ha resecado la lengua. Pero yo, el Señor, les responderé; yo, el Dios de Israel, no los abandonaré. 18 Haré brotar ríos en las cumbres áridas y manantiales entre los valles. Transformaré el desierto en estanques de agua y el sequedal en manantiales. 19 Plantaré en el desierto cedros, acacias, mirtos y olivos; en áridas tierras plantaré cipreses, junto con pinos y abetos, 20 para que la gente vea y sepa, considere y entienda, que la mano del Señor ha hecho esto, que el Santo de Israel lo ha creado».
21 «Expongan su caso», dice el Señor. «Presenten sus pruebas», demanda el Rey de Jacob. 22 «Preséntense[a] y anuncien lo que ha de suceder y cómo fueron las cosas del pasado, para que las consideremos y conozcamos su desenlace. ¡Cuéntennos lo que está por venir! 23 Digan qué nos depara el futuro; así sabremos que ustedes son dioses. Hagan algo, bueno o malo, para verlo y llenarnos de terror. 24 ¡La verdad es que ustedes no son nada y aun menos que nada son sus obras! ¡Abominable es quien los escoge!
25 »Del norte hice venir a uno y acudió a mi llamado; desde el oriente invoca mi nombre. Como alfarero que amasa arcilla con los pies, aplasta gobernantes como si fueran barro. 26 ¿Quién lo anunció desde el principio para que lo supiéramos? ¿Quién lo anunció de antemano, para que dijéramos: “Tenía razón”? Nadie lo anunció ni lo proclamó; nadie los oyó proclamar mensaje alguno. 27 Yo fui el primero en decirle a Sión: “¡Mira, ya están aquí!”. Yo fui quien envió a Jerusalén un mensajero de buenas noticias. 28 Miro entre ellos y no hay nadie; no hay entre ellos quien aconseje, no hay quien me responda cuando pregunto. 29 ¡Todos ellos son falsos! Sus obras no son nada; sus ídolos no son más que viento y confusión.
El siervo del Señor
42 »Este es mi siervo, a quien sostengo, mi escogido, en quien me deleito; sobre él he puesto mi Espíritu y llevará justicia a las naciones. 2 No clamará, ni gritará, ni alzará su voz en las calles. 3 No acabará de romper la caña quebrada ni apagará la mecha que apenas arde. Con fidelidad hará justicia; 4 no vacilará ni se desanimará hasta implantar la justicia en la tierra. En su enseñanza las costas lejanas pondrán su esperanza».
5 Así dice Dios el Señor, el que creó y desplegó los cielos; el que expandió la tierra y todo lo que ella produce; el que da aliento al pueblo que la habita y vida a los que en ella se mueven: 6 «Yo, el Señor, te he llamado en justicia; te tomaré de la mano. Yo te preservaré, yo te constituiré como pacto para el pueblo, como luz para las naciones, 7 para abrir los ojos de los ciegos, para librar de la cárcel a los presos y del calabozo a los que habitan en tinieblas. 8 »Yo soy el Señor; ¡ese es mi nombre! No entrego a otros mi gloria ni mi alabanza a los ídolos. 9 Las cosas pasadas se han cumplido y ahora anuncio cosas nuevas; las anuncio antes que sucedan».
Canción de alabanza al Señor
10 Canten al Señor un cántico nuevo, ustedes, que descienden al mar y todo lo que hay en él; canten su alabanza desde los confines de la tierra, ustedes, costas lejanas y sus habitantes. 11 Que alcen la voz el desierto, sus ciudades, y los poblados donde Cedar habita. Que canten de alegría los habitantes de Selá y griten desde las cimas de las montañas. 12 Den gloria al Señor y proclamen su alabanza en las costas lejanas. 13 El Señor marchará como un campeón; como hombre de guerra despertará su celo. Con gritos y alaridos se lanzará al combate y triunfará sobre sus enemigos.
14 «Por mucho tiempo he guardado silencio, he estado callado y me he contenido. Pero ahora voy a gritar como parturienta, voy a resollar y jadear al mismo tiempo. 15 Devastaré montañas y colinas y consumiré toda su vegetación; convertiré los ríos en islas y secaré los estanques. 16 Conduciré a los ciegos por caminos desconocidos, los guiaré por senderos inexplorados; ante ellos convertiré en luz las tinieblas, y allanaré los lugares escabrosos. Esto haré y no los abandonaré. 17 Pero retrocederán llenos de vergüenza los que confían en las imágenes, los que dicen a las imágenes: “Ustedes son nuestros dioses”.
Israel ciego y sordo
18 »Sordos, ¡escuchen! Ciegos, ¡fíjense bien! 19 ¿Quién es más ciego que mi siervo y más sordo que mi mensajero? ¿Quién es más ciego que mi enviado y más ciego que el siervo del Señor? 20 Tú has visto muchas cosas, pero no las has captado; tienes abiertos los oídos, pero no oyes nada». 21 Agradó al Señor, por amor a su justicia, hacer su ley grande y gloriosa. 22 Pero este es un pueblo saqueado y despojado, todos atrapados en cuevas o encerrados en cárceles. Son saqueados y nadie los libra; son despojados sin que nadie reclame: ¡Devuélvanlos!
23 ¿Quién de ustedes escuchará esto y prestará atención en el futuro? 24 ¿Quién entregó a Jacob para el despojo, a Israel para el saqueo? ¿No es acaso el Señor contra quien su pueblo ha pecado? No siguieron sus caminos ni obedecieron su Ley. 25 Por eso él derramó sobre ellos su ardiente ira y el furor de la guerra. Los envolvió en llamas, pero no comprendieron; los consumió, pero no lo tomaron en serio.
El único Salvador de Israel
43 Pero ahora, así dice el Señor, el que te creó, Jacob, el que te formó, Israel: «No temas, que yo te he redimido; te he llamado por tu nombre; tú eres mío. 2 Cuando cruces las aguas, yo estaré contigo; cuando cruces los ríos, no te cubrirán sus aguas; cuando camines por el fuego, no te quemarás ni te abrasarán las llamas. 3 Yo soy el Señor tu Dios, el Santo de Israel, tu Salvador; yo he entregado a Egipto como precio por tu rescate, a Cus y a Seba en tu lugar. 4 Porque eres precioso a mis ojos y digno de honra, yo te amo. A cambio de ti entregaré pueblos; a cambio de tu vida entregaré naciones. 5 No temas, porque yo estoy contigo; desde el oriente traeré a tu descendencia, desde el occidente te reuniré. 6 Al norte diré: “¡Entrégalos!”. Y al sur: “¡No los retengas! Trae a mis hijos desde lejos y a mis hijas desde los confines de la tierra. 7 Trae a todo el que sea llamado por mi nombre, al que yo he creado para mi gloria, al que yo hice y formé”».
8 Saquen al pueblo ciego, aunque tiene ojos, al pueblo sordo, aunque tiene oídos. 9 Que se reúnan todas las naciones y se congreguen los pueblos. ¿Quién de sus dioses profetizó estas cosas y nos anunció lo ocurrido en el pasado? Que presenten a sus testigos y demuestren tener razón, para que otros oigan y digan: «Es verdad». 10 «Ustedes son mis testigos», afirma el Señor, «y mi siervo a quien he escogido, para que me conozcan y crean en mí, y entiendan que yo soy. Antes de mí no hubo ningún otro dios ni habrá ninguno después de mí. 11 Yo, yo soy el Señor, fuera de mí no hay ningún otro salvador. 12 Yo he anunciado, salvado y proclamado; yo entre ustedes y no un dios extraño. Ustedes son mis testigos de que yo soy Dios», afirma el Señor. 13 «Desde los tiempos antiguos, yo soy. No hay quien pueda librar de mi mano. Lo que yo hago, nadie puede desbaratarlo».
Efesios 2:1 – 22
La vida en Cristo
2 En otro tiempo ustedes estaban muertos en sus transgresiones y pecados, 2 en los cuales andaban conforme a los poderes de este mundo. Se conducían según el que gobierna los aires, según el espíritu que ahora ejerce su poder en los que viven en la desobediencia. 3 En ese tiempo también todos nosotros vivíamos como ellos, impulsados por nuestros deseos pecaminosos, siguiendo nuestra propia voluntad y nuestros propósitos.[a] Como los demás, éramos por naturaleza merecedores de la ira de Dios. 4 Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor por nosotros, 5 nos dio vida con Cristo, aun cuando estábamos muertos en pecados. ¡Por gracia ustedes han sido salvados! 6 Y en unión con Cristo Jesús, Dios nos resucitó y nos hizo sentar con él en las regiones celestiales, 7 para mostrar en los tiempos venideros la incomparable riqueza de su gracia, que por su bondad derramó sobre nosotros en Cristo Jesús. 8 Porque por gracia ustedes han sido salvados mediante la fe. Esto no procede de ustedes, sino que es el regalo de Dios y 9 no por obras, para que nadie se jacte. 10 Porque somos hechura de Dios, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios dispuso de antemano a fin de que las pongamos en práctica.
Unidad en Cristo
11 Por lo tanto, recuerden ustedes, los que no nacieron siendo judíos —los que son llamados «incircuncisos» por aquellos que se llaman «de la circuncisión», la cual se hace en el cuerpo por mano humana—, 12 recuerden que en ese entonces ustedes estaban separados de Cristo, excluidos de la ciudadanía de Israel y ajenos a los pactos de la promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo. 13 Pero ahora en Cristo Jesús, a ustedes que antes estaban lejos, Dios los ha acercado mediante la sangre de Cristo.
14 Porque Cristo es nuestra paz: de los dos pueblos ha hecho uno solo, derribando mediante su sacrificio[b] el muro de enemistad que nos separaba, 15 pues anuló la Ley con sus mandamientos y requisitos. Esto lo hizo para crear en sí mismo de los dos pueblos una nueva humanidad al hacer la paz, 16 para reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo mediante la cruz, por la que dio muerte a la enemistad. 17 Él vino y proclamó paz a ustedes que estaban lejos y paz a los que estaban cerca. 18 Pues por medio de él tenemos acceso al Padre por un mismo Espíritu.
19 Por lo tanto, ustedes ya no son extraños ni extranjeros, sino conciudadanos del pueblo elegido y miembros de la familia de Dios, 20 edificados sobre el fundamento de los apóstoles y los profetas, siendo Cristo Jesús mismo la piedra angular. 21 En él todo el edificio, bien armado, se va levantando para llegar a ser un templo santo en el Señor. 22 En él también ustedes son edificados juntamente para ser morada de Dios por su Espíritu.
Salmo 67:1 – 7
Al director musical. Acompáñese con instrumentos de cuerda. Salmo. Cántico.
67 Dios tenga piedad de nosotros y nos bendiga; Dios haga resplandecer su rostro sobre nosotros, Selah 2 para que en la tierra sea conocido tu camino y en todas las naciones, tu salvación. 3 ¡Que te alaben, oh Dios, los pueblos; que todos los pueblos te alaben! 4 Alégrense y canten con júbilo las naciones, porque tú las juzgas con rectitud, y guías a las naciones de la tierra. Selah 5 ¡Que te alaben, oh Dios, los pueblos; que todos los pueblos te alaben! 6 La tierra dará entonces su fruto, y Dios, nuestro Dios, nos bendecirá. 7 Dios nos bendecirá y le temerán todos los confines de la tierra.
Proverbios 23:29 – 35
19
23:29 ¿De quién son los lamentos? ¿De quién los pesares? ¿De quién son los pleitos? ¿De quién las quejas? ¿De quién son las heridas gratuitas? ¿De quién los ojos morados? 30 ¡Del que no suelta la botella de vino ni deja de probar licores! 31 No te fijes en lo rojo que es el vino, ni en cómo brilla en la copa, ni en la suavidad con que se desliza; 32 porque acaba mordiendo como serpiente y envenenando como víbora. 33 Tus ojos verán alucinaciones y tu mente imaginará perversidades. 34 Te parecerá estar durmiendo en alta mar, acostado sobre el mástil mayor. 35 Y dirás: «Me han herido, pero no me duele. Me han golpeado, pero no lo siento. ¿Cuándo despertaré de este sueño para ir a buscar otro trago?».