Día 294

Jeremías 37:1 – 38:28

Encarcelamiento de Jeremías

37 Nabucodonosor, rey de Babilonia, puso como rey de Judá a Sedequías, hijo de Josías, en lugar de Jeconías[a], hijo de Joacim. 2 Pero ni Sedequías ni sus siervos ni la gente de Judá hicieron caso a las palabras que el Señor había hablado a través del profeta Jeremías. 3 No obstante, el rey Sedequías envió a Jucal, hijo de Selemías, y al sacerdote Sofonías, hijo de Maseías, a decirle al profeta Jeremías: «Ora por nosotros al Señor nuestro Dios».

4 Mientras tanto, Jeremías se movía con total libertad entre la gente, pues todavía no lo habían encarcelado. 5 Por otra parte, el ejército del faraón había salido de Egipto. Cuando los babilonios[b] que estaban sitiando a Jerusalén se enteraron de la noticia, emprendieron la retirada. 6 La palabra del Señor vino al profeta Jeremías: 7 «Así dice el Señor, el Dios de Israel: “Díganle al rey de Judá que los mandó a consultarme: ‘El ejército del faraón, que salió para apoyarlos, se volverá a Egipto. 8 Los babilonios regresarán para atacar esta ciudad; la capturarán y la incendiarán’ ”. 9 »Así dice el Señor: “No se hagan ilusiones creyendo que los babilonios se van a retirar. ¡Se equivocan! No se van a retirar. 10 Y aunque ustedes derrotaran a todo el ejército babilonio, y solo quedaran en sus campamentos algunos hombres heridos, estos se levantarían e incendiarían esta ciudad”».

11 Cuando por causa de la incursión del ejército del faraón el ejército de Babilonia se retiró de Jerusalén, 12 Jeremías quiso trasladarse de Jerusalén al territorio de Benjamín para tomar posesión de una herencia. 13 Pero al llegar a la puerta de Benjamín, un capitán de la guardia llamado Irías, hijo de Selemías y nieto de Jananías, detuvo al profeta Jeremías y lo acusó: —¡Estás por pasarte a los babilonios!

14 Jeremías respondió: —¡Mentira, no voy a pasarme a los babilonios! Pero Irías no le hizo caso, sino que lo detuvo y lo llevó ante los oficiales. 15 Estos estaban enfurecidos contra Jeremías, así que luego de golpearlo, lo encarcelaron en la casa del cronista Jonatán, ya que la habían convertido en prisión. 16 Así Jeremías fue encerrado en una cámara subterránea de la cárcel, donde permaneció mucho tiempo. 17 El rey Sedequías mandó que trajeran a Jeremías al palacio y allí le preguntó en secreto: —¿Has recibido alguna palabra del Señor? —Sí —respondió Jeremías—, usted será entregado en manos del rey de Babilonia.

18 A su vez, Jeremías preguntó al rey Sedequías: —¿Qué crimen he cometido contra usted, o contra sus ministros o este pueblo, para que me hayan encarcelado? 19 ¿Dónde están sus profetas, los que profetizaban que el rey de Babilonia no los atacaría ni a ustedes ni a este país? 20 Pero ahora, ruego a mi señor el rey que me preste atención. Le pido que no me mande de vuelta a la casa del cronista Jonatán, no sea que yo muera allí. 21 Entonces el rey Sedequías ordenó que pusieran a Jeremías en el patio de la guardia y que, mientras hubiera pan en la ciudad, todos los días le dieran una porción del pan horneado en la calle de los Panaderos. Así fue como Jeremías permaneció en el patio de la guardia.

Jeremías en la cisterna

38 Sefatías, hijo de Matán, Guedalías, hijo de Pasur, Jucal, hijo de Selemías, y Pasur, hijo de Malquías, oyeron que Jeremías decía a todo el pueblo: 2 «Así dice el Señor: “El que se quede en esta ciudad morirá por la espada, de hambre o por la plaga. Pero el que se pase a los babilonios,[c] vivirá. Se entregará como botín de guerra, pero salvará su vida”. 3 Así dice el Señor: “Esta ciudad caerá en poder del ejército del rey de Babilonia y será capturada”».

4 Los oficiales dijeron al rey: —Hay que matar a este hombre. Con semejantes discursos está desmoralizando a los soldados y a todo el pueblo que aún queda en esta ciudad. Este hombre no busca el bien del pueblo, sino su desgracia. 5 El rey Sedequías respondió: —Lo dejo en sus manos. Ni yo, que soy el rey, puedo oponerme a ustedes. 6 Ellos tomaron a Jeremías y, bajándolo con cuerdas, lo echaron en la cisterna del patio de la guardia, la cual era de Malquías, el hijo del rey. Pero como en la cisterna no había agua, sino lodo, Jeremías se hundió en él.

7 El cusita Ebedmélec, funcionario[d] de la casa real, se enteró de que habían echado a Jeremías en la cisterna. En cierta ocasión cuando el rey estaba participando en una sesión frente al portón de Benjamín, 8 Ebedmélec salió del palacio real y dijo: 9 —Mi rey y señor, estos hombres han actuado con maldad. Han arrojado a Jeremías en la cisterna y allí se morirá de hambre, porque ya no hay pan en la ciudad.

10 Entonces el rey ordenó al cusita Ebedmélec: —Toma contigo treinta[e] hombres y rescata de la cisterna al profeta Jeremías antes de que se muera. 11 Ebedmélec tomó consigo a los hombres, fue a la sala que estaba debajo de la tesorería del palacio real, sacó de allí ropas y trapos viejos; luego, con unas sogas, se los bajó a la cisterna a Jeremías. 12 Ebedmélec dijo a Jeremías: —Ponte estas ropas y trapos viejos debajo de tus brazos para protegerte de las sogas. Así lo hizo Jeremías. 13 Los hombres tiraron de las sogas y lo sacaron de la cisterna. Y Jeremías permaneció en el patio de la guardia.

Sedequías interroga a Jeremías

14 El rey Sedequías mandó que llevaran a Jeremías a la tercera entrada del Templo del Señor y allí le dijo: —Te voy a preguntar algo; por favor, no me ocultes nada. 15 Jeremías respondió a Sedequías: —Si yo respondo a su pregunta, lo más seguro es que me mate. Y si le doy un consejo, no me va a hacer caso. 16 Pero en secreto el rey Sedequías hizo este juramento a Jeremías: —¡Tan cierto como que vive el Señor, quien nos ha dado esta vida, no te mataré ni te entregaré en manos de estos hombres que atentan contra tu vida!

17 Jeremías dijo a Sedequías: —Así dice el Señor de los Ejércitos, el Dios de Israel: “Si se rinde ante los oficiales del rey de Babilonia, salvará su vida, esta ciudad no será incendiada y usted y su familia vivirán. 18 Pero, si no se rinde ante los oficiales del rey de Babilonia, la ciudad caerá bajo el poder de los babilonios,[f] será incendiada y usted no tendrá escapatoria”.

19 El rey Sedequías respondió: —Yo tengo miedo de los judíos que se pasaron al bando de los babilonios, pues me pueden entregar en sus manos para que me torturen. 20 Jeremías contestó: —Obedezca la voz del Señor que yo le estoy comunicando y no caerá en manos de los babilonios. Así le irá bien a usted y salvará su vida. 21 Pero si se niega a rendirse, esta es la palabra que el Señor me ha revelado: 22 Todas las mujeres que aún quedan en el palacio del rey de Judá serán entregadas a los oficiales del rey de Babilonia. Ellas mismas le echarán en cara: »“Tus amigos más confiables te han engañado y te han vencido. Tienes los pies hundidos en el fango, pues tus amigos te dieron la espalda”.

23 »Todas sus mujeres y sus hijos serán entregados a los babilonios. Usted mismo no podrá escapar, sino que caerá bajo el poder del rey de Babilonia y la ciudad será incendiada». 24 Sedequías contestó a Jeremías: —Que nadie se entere de estas palabras, pues de lo contrario morirás. 25 Si los oficiales se enteran de que yo hablé contigo y vienen y te dicen: “Dinos ya lo que has informado al rey y lo que él te dijo, no nos ocultes nada, pues de lo contrario te mataremos”, 26 tú les dirás: “Vine a suplicarle al rey que no me mandara de vuelta a casa de Jonatán, a morir allí”.

 

27 Y así fue. Todos los oficiales vinieron a interrogar a Jeremías, pero él contestó de acuerdo con lo que el rey había ordenado. Entonces lo dejaron tranquilo, porque nadie había escuchado la conversación. 28 Y Jeremías se quedó en el patio de la guardia hasta el día en que Jerusalén fue capturada.

La caída de Jerusalén

Jerusalén fue tomada de la siguiente manera:

 

1 Timoteo 6:1 – 21

6 Todos los que aún son esclavos deben reconocer que sus amos merecen todo respeto; así evitarán que se hable mal del nombre de Dios y de nuestra enseñanza. 2 Los que tienen amos creyentes no deben faltarles al respeto por ser hermanos. Al contrario, deben servirles todavía mejor, porque los que se benefician de sus servicios son creyentes y hermanos queridos. Esto es lo que debes enseñar y recomendar.

El amor al dinero

3 Si alguien enseña falsas doctrinas, apartándose de la sana enseñanza de nuestro Señor Jesucristo y de la doctrina que se ciñe a la verdadera religión,[a] 4 es un obstinado que nada entiende. Ese tal padece del afán enfermizo de provocar discusiones inútiles que generan envidias, discordias, insultos, sospechas malvadas 5 y altercados entre personas de mente depravada, carentes de la verdad. Este es de los que piensan que la religión es un medio de obtener ganancias. 6 Es cierto que con la verdadera religión se obtienen grandes ganancias, pero solo si uno está satisfecho con lo que tiene. 7 Porque nada trajimos a este mundo y nada podemos llevarnos. 8 Así que, si tenemos comida y ropa, contentémonos con eso. 9 Los que quieren enriquecerse caen en la tentación y se vuelven esclavos de sus muchos deseos. Estos afanes insensatos y dañinos hunden a la gente en la ruina y en la destrucción. 10 Porque el amor al dinero es la raíz de toda clase de males. Por codiciarlo, algunos se han desviado de la fe y se han causado muchísimos sinsabores.

Encargo de Pablo a Timoteo

11 Tú, en cambio, hombre de Dios, huye de todo eso y esmérate en seguir la justicia, la devoción, la fe, el amor, la constancia y la humildad. 12 Pelea la buena batalla de la fe; haz tuya la vida eterna, a la que fuiste llamado y por la cual hiciste aquella admirable declaración de fe delante de muchos testigos. 13 Teniendo a Dios por testigo, el cual da vida a todas las cosas, y a Cristo Jesús, que dio su admirable testimonio delante de Poncio Pilato, te encargo 14 que guardes este mandato sin mancha ni reproche hasta la venida de nuestro Señor Jesucristo, 15 la cual Dios a su debido tiempo hará que se cumpla. Al único y bendito Soberano, Rey de reyes y Señor de señores, 16 al único inmortal, que vive en luz inaccesible, a quien nadie ha visto ni puede ver, a él sea el honor y el poder eternamente. Amén.

17 A los ricos de este mundo, mándales que no sean arrogantes ni pongan su esperanza en las riquezas, que son tan inseguras, sino en Dios. Él nos provee de todo en abundancia para que lo disfrutemos. 18 Mándales que hagan el bien, que sean ricos en buenas obras, generosos y dispuestos a compartir lo que tienen. 19 De este modo, atesorarán para sí un seguro fundamento para el futuro y obtendrán la vida verdadera. 20 Timoteo, ¡cuida bien lo que se te ha confiado! Evita las discusiones profanas e inútiles y los argumentos de la falsa ciencia. 21 Algunos, por abrazarla, se han desviado de la fe. Que la gracia sea con ustedes.

 

Salmo 89:38 – 52

89:38 Pero tú has desechado, has rechazado a tu ungido; te has enfurecido contra él en gran manera. 39 Has revocado el pacto con tu siervo; has arrastrado por los suelos su corona. 40 Has derribado todas sus murallas y dejado en ruinas sus fortalezas. 41 Todos los que pasan lo saquean; es motivo de burla para sus vecinos. 42 Has exaltado el poder de sus adversarios y llenado de alegría a sus enemigos. 43 Le has quitado el filo a su espada y no lo has apoyado en la batalla. 44 Has puesto fin a su esplendor y derribaste por tierra su trono. 45 Has acortado los días de su juventud; lo has cubierto con un manto de vergüenza. Selah

46 ¿Hasta cuándo, Señor, te seguirás escondiendo? ¿Va a arder tu ira para siempre, como el fuego? 47 Recuerda cuán efímera es mi vida.[a] Al fin y al cabo, ¿para qué creaste a los mortales? 48 ¿Habrá alguien que viva y no muera jamás o que pueda escapar de las garras de la muerte?[b] Selah 49 ¿Dónde está, Señor, tu gran amor de antaño, que en tu fidelidad juraste a David? 50 Recuerda, Señor, que se burlan de tus siervos; que llevo en mi pecho los insultos de muchos pueblos. 51 Tus enemigos, Señor, nos insultan; a cada paso ofenden a tu ungido. 52 ¡Bendito sea el Señor por siempre! Amén y amén.

 

Proverbios 25:28

25:28 Como ciudad sin defensa y sin murallas es quien no sabe dominarse.