Día 269 Shabbat

Isaías 48:12 – 50:11

Liberación de Israel

48:12 »Escúchame, Jacob, Israel, a quien he llamado: Yo soy Dios. Yo soy el Primero y el Último. 13 Con mi mano afirmé la tierra y con mi derecha desplegué los cielos. Yo pronuncié su nombre y todos ellos aparecieron. 14 »Todos ustedes, reúnanse y escuchen: ¿Quién de ellos ha profetizado estas cosas? El amado del Señor ejecutará su propósito contra Babilonia; su brazo estará contra los babilonios.[a] 15 Solo yo he hablado; solo yo lo he llamado. Lo haré venir y triunfará en su misión. 16 »Acérquense a mí, escuchen esto: »Desde el principio, jamás hablé en secreto; cuando las cosas suceden, allí estoy yo». Y ahora el Señor y Dios me ha enviado con su Espíritu.

17 Así dice el Señor, tu Redentor, el Santo de Israel: «Yo soy el Señor tu Dios, que te enseña lo que te conviene, que te guía por el camino en que debes andar. 18 Si hubieras prestado atención a mis mandamientos, tu paz habría sido como un río; tu justicia, como las olas del mar. 19 Como la arena serían tus descendientes; como los granos de arena, tus hijos; su nombre nunca habría sido eliminado ni borrado de mi presencia». 20 ¡Salgan de Babilonia! ¡Huyan de los babilonios![b] Anuncien esto con gritos de alegría y háganlo saber. Publíquenlo hasta en los confines de la tierra; digan: «El Señor ha redimido a su siervo Jacob». 21 Cuando los guio a través de los desiertos, no tuvieron sed; hizo que de la roca brotara agua para ellos; partió la roca, y manaron las aguas. 22 «No hay paz para los malvados», dice el Señor.

El siervo del Señor

49 Escúchenme, costas lejanas, oigan esto, naciones distantes: El Señor me llamó antes de que yo naciera, en el vientre de mi madre pronunció mi nombre. 2 Hizo de mi boca una espada afilada y me escondió en la sombra de su mano; me convirtió en una flecha pulida y me escondió en su aljaba. 3 Me dijo: «Israel, tú eres mi siervo; en ti seré glorificado». 4 Y respondí: «En vano he trabajado; he gastado mis fuerzas sin provecho alguno. Pero mi justicia está en manos del Señor; mi recompensa está con mi Dios».

5 Y ahora dice el Señor, que desde el seno materno me formó para que fuera yo su siervo, para hacer que Jacob se vuelva a él, que Israel se reúna a su alrededor; porque a los ojos del Señor soy digno de honra y mi Dios ha sido mi fortaleza: 6 «No es gran cosa que seas mi siervo, ni que restaures a las tribus de Jacob, ni que hagas volver a los de Israel, a quienes he preservado. Yo te pongo ahora como luz para las naciones, a fin de que lleves mi salvación hasta los confines de la tierra».

7 Así dice el Señor, el Redentor y Santo de Israel, al despreciado y aborrecido por las naciones, al siervo de los gobernantes: «Los reyes te verán y se pondrán de pie, los príncipes te verán y se postrarán, por causa del Señor, el Santo de Israel, que es fiel y te ha escogido».

Restauración de Israel

8 Así dice el Señor: «En el momento propicio te responderé y en el día de salvación te ayudaré. Ahora te guardaré y haré de ti un pacto para el pueblo, para que restaures el país y repartas las propiedades asoladas; 9 para que digas a los cautivos: “¡Salgan!”, y a los que viven en tinieblas: “¡Están en libertad!”. »Junto a los caminos pastarán y en todas las cumbres áridas hallarán pastos. 10 No tendrán hambre ni sed, no los abatirá el sol ni el calor, porque los guiará quien les tiene compasión y los conducirá junto a manantiales. 11 Convertiré en caminos todas mis montañas y construiré mis calzadas. 12 ¡Miren! Ellos vendrán de muy lejos: unos desde el norte, otros desde el oeste y aun otros desde la región de Asuán».[c]

13 Ustedes, los cielos, ¡griten de alegría! Tierra, ¡regocíjate! Montañas, ¡prorrumpan en canciones! Porque el Señor consuela a su pueblo y tiene compasión de sus pobres. 14 Pero Sión dijo: «El Señor me ha abandonado; el Señor se ha olvidado de mí». 15 «¿Puede una madre olvidar a su niño de pecho y dejar de amar al hijo que ha dado a luz? Aun cuando ella lo olvidara, ¡yo no te olvidaré! 16 Grabada te llevo en las palmas de mis manos; tus muros siempre los tengo presentes. 17 Tus hijos se apresuran; de ti se apartan tus destructores y los que te asolaron. 18 Alza tus ojos y mira a tu alrededor; todos se reúnen y vienen hacia ti. Tan cierto como que yo vivo, a todos ellos los usarás como adorno, los lucirás en tu vestido de novia», afirma el Señor.

19 «Aunque te arrasaron y te dejaron en ruinas y tu tierra quedó asolada, ahora serás demasiado pequeña para tus habitantes y lejos quedarán los que te devoraban. 20 Los hijos que dabas por perdidos todavía te dirán al oído: “Este lugar es demasiado pequeño para mí; hazme lugar para poder vivir”. 21 Y te pondrás a pensar: “¿Quién me engendró estos hijos? Yo no tenía hijos, era estéril, desterrada y rechazada; pero a estos, ¿quién los ha criado? Me había quedado sola, pero estos, ¿de dónde han salido?”».

22 Así dice el Señor y Dios: «Hacia las naciones alzaré mi mano, hacia los pueblos levantaré mi estandarte. Ellos traerán a tus hijos en sus brazos y cargarán a tus hijas en sus hombros. 23 Los reyes te adoptarán como hijo y sus reinas serán tus nodrizas. Se postrarán ante ti rostro en tierra y lamerán el polvo que tú pises. Sabrás entonces que yo soy el Señor y que no quedarán avergonzados los que en mí confían». 24 ¿Se puede quitar el botín a los guerreros? ¿Puede el cautivo ser rescatado del tirano?[d]

25 Pero así dice el Señor: «Sí, al guerrero se le arrebatará el cautivo y del tirano se rescatará el botín; contenderé con los que contiendan contigo y yo mismo salvaré a tus hijos. 26 Haré que tus opresores se coman su propia carne y se embriaguen con su propia sangre, como si fuera vino. Toda la humanidad sabrá entonces que yo, el Señor, soy tu Salvador; que yo, el Poderoso de Jacob, soy tu Redentor».

El pecado de Israel y la obediencia del siervo

50 Así dice el Señor: «A la madre de ustedes, yo la repudié; ¿dónde está el acta de divorcio? ¿A cuál de mis acreedores los he vendido? Por causa de sus iniquidades, fueron ustedes vendidos; por las transgresiones de ustedes fue despedida su madre. 2 ¿Por qué no había nadie cuando vine? ¿Por qué nadie respondió cuando llamé? ¿Tan corta es mi mano que no puede rescatar? ¿Me falta acaso fuerza para liberarlos? Yo seco el mar con una simple reprensión y convierto los ríos en desierto; por falta de agua sus peces se pudren y se mueren de sed. 3 A los cielos los revisto de tinieblas y los cubro con ropa de luto».

4 Mi Señor y Dios me ha concedido tener una lengua instruida, para sostener con mi palabra al fatigado. Todas las mañanas me despierta, y también me despierta el oído, para que escuche como los discípulos. 5 El Señor y Dios me ha abierto los oídos y no he sido rebelde ni me he vuelto atrás. 6 Ofrecí mi espalda a los que me golpeaban, mis mejillas a los que me arrancaban la barba; ante las burlas y los escupitajos no escondí mi rostro. 7 Por cuanto el Señor y Dios me ayuda, no seré humillado. Por eso endurecí mi rostro como el pedernal y sé que no seré avergonzado. 8 Cercano está el que me justifica; ¿quién entonces contenderá conmigo? ¡Comparezcamos juntos! ¿Quién es mi acusador? ¡Que se me enfrente! 9 ¡El Señor y Dios es quien me ayuda! ¿Quién me condenará? Todos ellos se gastarán; como a la ropa, la polilla se los comerá.

10 ¿Quién entre ustedes teme al Señor y obedece la voz de su siervo? Aunque camine en la oscuridad y sin un rayo de luz, que confíe en el nombre del Señor y dependa de su Dios. 11 Pero ustedes que encienden fuegos y preparan antorchas encendidas, caminen a la luz de su propio fuego y de las antorchas que han encendido. Esto es lo que ustedes recibirán de mi mano: en medio de tormentos quedarán tendidos.

 

Efesios 4:17 – 32

Vivan como hijos de luz

17 Así que les digo esto e insisto en el Señor: no vivan más con pensamientos frívolos como los paganos. 18 A causa de la ignorancia que los domina y por la dureza de sus corazones, estos tienen oscurecido el entendimiento y están alejados de la vida que proviene de Dios. 19 Han perdido toda vergüenza, se han entregado a la inmoralidad y no se sacian de cometer toda clase de actos indecentes.

20 No fue esta la enseñanza que ustedes recibieron acerca de Cristo, 21 si de veras se les habló y enseñó de Jesús según la verdad que está en él. 22 Con respecto a la vida que antes llevaban, se les enseñó que debían quitarse el ropaje de la vieja naturaleza, la cual está corrompida por los deseos engañosos; 23 ser renovados en la actitud de su mente; 24 y ponerse el ropaje de la nueva naturaleza, creada a imagen de Dios, en verdadera justicia y santidad.

25 Por lo tanto, dejando la mentira, hable cada uno a su prójimo con la verdad, porque todos somos miembros de un mismo cuerpo. 26 «Si se enojan, no pequen».[a] No permitan que el enojo les dure hasta la puesta del sol 27 ni den cabida al diablo. 28 El que robaba, que no robe más, sino que trabaje honradamente con las manos para tener qué compartir con los necesitados.

29 Eviten toda conversación obscena. Por el contrario, que sus palabras contribuyan a la necesaria edificación y sean de bendición para quienes escuchan. 30 No agravien al Espíritu Santo de Dios con el que fueron sellados para el día de la redención. 31 Abandonen toda amargura, ira y enojo, gritos y calumnias y toda forma de malicia. 32 Más bien, sean bondadosos y compasivos unos con otros y perdónense mutuamente, así como Dios los perdonó a ustedes en Cristo.

 

Salmo 69:1 – 18

Al director musical. Sígase la tonada de «Los lirios». De David.

69 ¡Sálvame, Dios mío, porque las aguas ya me llegan al cuello! 2 Me estoy hundiendo en un pantano profundo y no tengo dónde apoyar el pie. Estoy en medio de profundas aguas y me arrastra la corriente. 3 Cansado estoy de pedir ayuda; tengo reseca la garganta. Mis ojos languidecen, esperando la ayuda de mi Dios. 4 Más que los cabellos de mi cabeza son los que me odian sin motivo; muchos son los enemigos gratuitos que se han propuesto destruirme. ¿Cómo voy a devolver lo que no he robado? 5 Oh Dios, tú sabes lo insensato que he sido; no te puedo esconder mis culpas.

6 Señor Soberano de los Ejércitos, que no sean avergonzados por mi culpa los que en ti esperan; oh Dios de Israel, que no sean humillados por mi culpa los que te buscan. 7 Por ti yo he sufrido insultos; mi rostro se ha cubierto de vergüenza. 8 Soy como un extraño para mis hermanos; soy un extranjero para los hijos de mi madre. 9 El celo por tu casa me consume; sobre mí han recaído las burlas de los que te insultan. 10 Cuando lloro y ayuno, tengo que soportar sus insultos; 11 cuando me visto de luto, soy objeto de burlas. 12 Los que se sientan a la puerta murmuran contra mí; los borrachos me dedican parodias.

13 Pero yo, Señor, elevo a ti una oración en el tiempo de tu buena voluntad. Por tu gran amor, oh Dios, respóndeme; por tu fidelidad, sálvame. 14 Sácame del lodo; no permitas que me hunda. Líbrame de los que me odian y de las aguas profundas. 15 No dejes que me arrastre la corriente; no permitas que me trague el abismo ni que el foso cierre sus fauces sobre mí. 16 Respóndeme, Señor, por tu bondad y tu gran amor; por tu inmensa misericordia, vuélvete hacia mí. 17 No escondas tu rostro de este siervo tuyo; respóndeme pronto, que estoy angustiado. 18 Ven a mi lado y rescátame; redímeme, por causa de mis enemigos.

 

Proverbios 24:5 – 6

22

24:5 El que es sabio tiene gran poder y el que es entendido aumenta su fuerza. 6 La guerra se hace con buena estrategia; la victoria se alcanza con muchos consejeros.