Día 270

Isaías 51:1 – 53:12

Salvación eterna para Sión

51 «Ustedes, los que van tras la justicia y buscan al Señor, ¡escúchenme! Miren la roca de la que fueron tallados, la cantera de la que fueron extraídos. 2 Miren a Abraham, su padre, y a Sara, quien los dio a luz. Cuando yo lo llamé, él era solo uno, pero lo bendije y lo multipliqué. 3 Sin duda, el Señor consolará a Sión; consolará todas sus ruinas. Convertirá en un Edén su desierto; en huerto del Señor sus tierras secas. En ella encontrarán alegría y regocijo, acción de gracias y música de salmos.

4 »Préstame atención, pueblo mío; óyeme, nación mía: porque de mí saldrá la Ley y mi justicia será luz para las naciones. 5 Ya se acerca mi justicia, mi salvación está en camino; ¡mi brazo juzgará a las naciones! Las costas lejanas confían en mí y ponen su esperanza en mi brazo. 6 Levanten los ojos al cielo, miren la tierra aquí abajo: como humo se esfumarán los cielos, como ropa se gastará la tierra y como moscas morirán sus habitantes. Pero mi salvación permanecerá para siempre, mi justicia nunca fallará.

7 »Escúchenme, ustedes que conocen lo que es recto; pueblo que lleva mi Ley en su corazón: No teman el reproche de los hombres ni se desalienten por sus insultos, 8 porque la polilla se los comerá como ropa y el gusano los devorará como lana. Pero mi justicia permanecerá para siempre; mi salvación, por todas las generaciones». 9 ¡Despierta, brazo del Señor! ¡Despierta y vístete de fuerza! Despierta, como en los días pasados, como en las generaciones de antaño. ¿No fuiste tú el que despedazó a Rahab, el que traspasó a ese monstruo marino? 10 ¿No fuiste tú el que secó el mar, esas aguas del gran abismo? ¿El que en las profundidades del mar hizo un camino para que por él pasaran los redimidos? 11 Volverán los rescatados del Señor y entrarán en Sión con cantos de júbilo; su corona será el gozo eterno. Se llenarán de regocijo y alegría, y se apartarán de ellos el dolor y los quejidos.

12 «Soy yo mismo el que los consuela. ¿Quién eres tú, que temes a los hombres, a simples mortales, que no son más que hierba? 13 ¿Has olvidado al Señor, que te hizo; al que extendió los cielos y afirmó la tierra? ¿Vivirás cada día en terror constante por causa de la furia del opresor que está dispuesto a destruir? Pero ¿dónde está esa furia? 14 Pronto serán liberados los prisioneros; no morirán en el calabozo ni les faltará el pan. 15 Porque yo soy el Señor tu Dios, yo agito el mar, y rugen sus olas; el Señor de los Ejércitos es mi nombre. 16 He puesto mis palabras en tu boca y te he cubierto con la sombra de mi mano. He establecido los cielos y afirmado la tierra y he dicho a Sión: “Tú eres mi pueblo”».

La copa de la ira de Dios

17 ¡Despierta, Jerusalén, despierta! Levántate, tú, que de la mano del Señor has bebido la copa de su furia; tú, que has bebido hasta el fondo la copa que entorpece a los hombres. 18 De todos los hijos que diste a luz, no hubo ninguno que te guiara; de todos los hijos que criaste, ninguno te tomó de la mano. 19 Estos dos males han venido sobre ti: ruina y destrucción, hambre y espada. ¿Quién se apiadará de ti? ¿Quién te consolará?[a] 20 Tus hijos han desfallecido; como antílopes atrapados en la red, han caído en las esquinas de las calles. Sobre ellos recae toda la furia del Señor, todo el reproche de tu Dios.

21 Por eso escucha esto, tú que estás afligida; que estás ebria, pero no de vino. 22 Así dice tu Señor y Dios, tu Dios, que defiende a su pueblo: «Te he quitado de la mano la copa que entorpece a los hombres. De esa copa, que es el cáliz de mi furia, jamás volverás a beber. 23 La pondré en manos de los que te atormentan, de los que te dijeron: “¡Tiéndete en el suelo, para que pasemos sobre ti!”. ¡Y te echaste boca abajo, sobre el suelo, para que te pisoteara todo el mundo!».

52 ¡Despierta, Sión, despierta! ¡Revístete de poder! Jerusalén, ciudad santa, ponte tus vestidos de gala, pues los incircuncisos e impuros no volverán a entrar en ti. 2 ¡Sacúdete el polvo, Jerusalén! ¡Levántate, vuelve al trono! ¡Libérate de las cadenas de tu cuello, cautiva hija de Sión! 3 Porque así dice el Señor: «Ustedes fueron vendidos por nada, y sin dinero serán redimidos». 4 Porque así dice el Señor y Dios: «En tiempos pasados, mi pueblo descendió a Egipto y vivió allí; en estos últimos tiempos, Asiria los ha oprimido sin razón. 5 »Y ahora, ¿qué estoy haciendo aquí?», afirma el Señor. «Sin motivo se han llevado a mi pueblo; sus gobernantes se mofan de él»,[b] afirma el Señor. «No hay un solo momento en que mi nombre no lo blasfemen. 6 Por eso mi pueblo conocerá mi nombre y en aquel día sabrán que yo soy quien dice: “¡Aquí estoy!”».

7 Qué hermosos son, sobre los montes, los pies del que trae buenas noticias, del que proclama la paz, del que anuncia buenas noticias, del que proclama la salvación, del que dice a Sión: «¡Tu Dios reina!». 8 ¡Escucha! Tus centinelas alzan la voz y juntos gritan de alegría, porque ven con sus propios ojos que el Señor vuelve a Sión. 9 Ruinas de Jerusalén, ¡prorrumpan juntas en canciones de alegría! Porque el Señor ha consolado a su pueblo, ha redimido a Jerusalén. 10 El Señor desnudará su santo brazo a la vista de todas las naciones y todos los confines de la tierra verán la salvación de nuestro Dios.

11 Ustedes, que transportan los utensilios del Señor, ¡pónganse en marcha, salgan de allí! ¡Salgan de en medio de ella, purifíquense! ¡No toquen nada impuro! 12 Pero no tendrán que apresurarse ni salir huyendo, porque el Señor marchará a la cabeza; ¡el Dios de Israel les cubrirá la espalda!

El sufrimiento y la gloria del siervo

13 Miren, mi siervo prosperará; será exaltado, levantado y muy enaltecido. 14 Muchos se asombraron de él,[c] pues tenía desfigurado el semblante; ¡nada de humano tenía su aspecto! 15 Del mismo modo, muchas naciones se asombrarán[d] y en su presencia enmudecerán los reyes, porque verán lo que no se les había anunciado y entenderán lo que no habían oído.

53 ¿Quién ha creído a nuestro mensaje y a quién se ha revelado el brazo del Señor? 2 Creció en su presencia como vástago tierno, como raíz de tierra seca. No había en él belleza ni majestad alguna; su aspecto no era atractivo y nada en su apariencia lo hacía deseable. 3 Despreciado y rechazado por los hombres, varón de dolores, habituado al sufrimiento. Todos evitaban mirarlo; fue despreciado y no lo estimamos.

4 Ciertamente él cargó con nuestras enfermedades y soportó nuestros dolores, pero nosotros lo consideramos herido, golpeado por Dios y humillado. 5 Él fue traspasado por nuestras rebeliones y molido por nuestras iniquidades. Sobre él recayó el castigo, precio de nuestra paz y gracias a sus heridas fuimos sanados. 6 Todos andábamos perdidos, como ovejas; cada uno seguía su propio camino, pero el Señor hizo recaer sobre él la iniquidad de todos nosotros.

7 Maltratado y humillado, ni siquiera abrió su boca, como cordero fue llevado al matadero, como oveja que enmudece ante su trasquilador, ni siquiera abrió su boca. 8 Después de aprehenderlo y juzgarlo, le dieron muerte; nadie se preocupó de su descendencia. Fue arrancado de la tierra de los vivientes y golpeado por la rebelión de mi pueblo. 9 Se le asignó un sepulcro con los malvados y con los ricos fue su muerte, aunque no cometió violencia alguna ni hubo engaño en su boca.

10 Pero el Señor quiso quebrantarlo y hacerlo sufrir, y, como él ofreció[e] su vida para obtener el perdón de pecados, verá su descendencia, prolongará sus días y llevará a cabo la voluntad del Señor. 11 Después de su sufrimiento, verá la luz[f] y quedará satisfecho. Por su conocimiento mi siervo justo justificará a muchos y cargará con las iniquidades de ellos. 12 Por lo tanto, le daré un puesto entre los grandes y repartirá el botín con los fuertes, porque derramó su vida hasta la muerte y fue contado entre los transgresores. Cargó con el pecado de muchos e intercedió por los transgresores.

 

Efesios 5:1 – 33

5 1 Por tanto, imiten a Dios como hijos muy amados 2 y lleven una vida de amor, así como Cristo nos amó y se entregó por nosotros como ofrenda y sacrificio fragante para Dios.

3 Entre ustedes ni siquiera debe mencionarse la inmoralidad sexual ni ninguna clase de impureza o de avaricia, porque eso no es propio del pueblo santo de Dios. 4 Tampoco debe haber palabras indecentes, conversaciones necias ni chistes groseros, todo lo cual está fuera de lugar; haya más bien acción de gracias. 5 Porque pueden estar seguros de que nadie que sea inmoral o impuro o avaro —es decir, idólatra— tendrá herencia en el reino de Cristo y de Dios.[a] 6 Que nadie los engañe con argumentaciones vanas, porque por esto viene el castigo de Dios sobre los que viven en la desobediencia. 7 Así que no se hagan cómplices de ellos.

8 Porque ustedes antes eran oscuridad y ahora son luz en el Señor. Vivan como hijos de luz 9 (el fruto de la luz consiste en toda bondad, justicia y verdad) 10 y comprueben lo que agrada al Señor. 11 No tengan nada que ver con las obras infructuosas de la oscuridad, sino más bien denúncienlas, 12 porque da vergüenza aun mencionar lo que los desobedientes hacen en secreto. 13 Pero todo lo que la luz pone al descubierto se hace visible, 14 porque la luz es lo que hace que todo sea visible. Por eso se dice: «Despiértate, tú que duermes, levántate de entre los muertos, y te alumbrará Cristo».

15 Así que tengan cuidado de su manera de vivir. No vivan como necios, sino como sabios, 16 aprovechando al máximo cada momento oportuno, porque los días son malos. 17 Por tanto, no sean insensatos, sino entiendan cuál es la voluntad del Señor. 18 No se emborrachen con vino, que lleva al desenfreno. Al contrario, sean llenos del Espíritu. 19 Anímense unos a otros con salmos, himnos y canciones espirituales. Canten y alaben al Señor con el corazón, 20 dando siempre gracias a Dios el Padre por todo, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo.

Deberes conyugales

21 Sométanse unos a otros, por reverencia a Cristo. 22 Esposas, sométanse a sus propios esposos como al Señor. 23 Porque el esposo es cabeza de su esposa, así como Cristo es cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo, y él su Salvador. 24 Así como la iglesia se somete a Cristo, también las esposas deben someterse a sus esposos en todo.

25 Esposos, amen a sus esposas, así como Cristo amó a la iglesia y se entregó por ella 26 para hacerla santa. Él la purificó, lavándola con agua mediante la palabra, 27 para presentársela a sí mismo como una iglesia radiante, sin mancha ni arruga ni ninguna otra imperfección, sino santa e intachable. 28 Así mismo el esposo debe amar a su esposa como a su propio cuerpo. El que ama a su esposa se ama a sí mismo, 29 pues nadie ha odiado jamás a su propio cuerpo; al contrario, lo alimenta y lo cuida, así como Cristo hace con la iglesia, 30 porque somos miembros de su cuerpo. 31 «Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y los dos llegarán a ser uno solo».[b] 32 Esto es un misterio profundo; yo me refiero a Cristo y a la iglesia. 33 En todo caso, cada uno de ustedes ame también a su esposa como a sí mismo y que la esposa respete a su esposo.

 

Salmo 69:19 – 36

69:19 Tú bien sabes cómo me insultan, me avergüenzan y denigran; sabes quiénes son mis adversarios. 20 Los insultos me han destrozado el corazón; para mí ya no hay remedio. Esperé compasión y no la hubo; busqué consuelo y no lo hallé. 21 En mi comida pusieron hiel; para calmar mi sed me dieron vinagre.

22 Que se conviertan en trampa sus banquetes y su prosperidad, en lazo. 23 Que se les nublen los ojos para que no vean y que se encorven sus espaldas para siempre. 24 Descarga tu furia sobre ellos; que tu ardiente ira los alcance. 25 Que su campamento quede desierto y que nadie habite sus tiendas de campaña. 26 Pues al que has afligido lo persiguen y se burlan del dolor del que has herido. 27 Añade a sus pecados más pecados; no los hagas partícipes de tu salvación. 28 Que sean borrados del libro de la vida; que no queden inscritos con los justos.

29 Y a mí, que estoy pobre y adolorido, que me proteja, Dios mío, tu salvación. 30 Con cánticos alabaré el nombre de Dios; con acción de gracias lo exaltaré. 31 Esa ofrenda agradará más al Señor que la de un toro o un novillo con sus cuernos y pezuñas. 32 Los pobres verán esto y se alegrarán; ¡reanímense ustedes, los que buscan a Dios! 33 Porque el Señor oye a los necesitados y no desprecia a su pueblo cautivo. 34 Que lo alaben los cielos y la tierra, los mares y todo lo que se mueve en ellos, 35 porque Dios salvará a Sión y reconstruirá las ciudades de Judá. Allí se establecerá el pueblo y tomará posesión de la tierra. 36 La heredarán los hijos de sus siervos; la habitarán los que aman su nombre.

 

Proverbios 24:7

23

7 La sabiduría no está al alcance del necio, en los tribunales del pueblo[a] nada tiene que decir.