Deuteronomio 26:1 – 27:26
Diezmos y primicias
26 Cuando hayas entrado en la tierra que el Señor tu Dios te da como herencia, tomes posesión de ella y te establezcas allí, 2 tomarás de las primicias de todo lo que produzca la tierra que el Señor tu Dios te da y las pondrás en una canasta. Luego irás al lugar que el Señor tu Dios haya elegido como residencia de su Nombre 3 y dirás al sacerdote que esté oficiando: «Hoy declaro, ante el Señor tu Dios, que he entrado en la tierra que él nos dio, tal como se lo juró a nuestros antepasados». 4 El sacerdote tomará de tus manos la canasta y la pondrá frente al altar del Señor tu Dios. 5 Entonces tú declararás ante el Señor tu Dios: «Mi padre fue un arameo errante y descendió a Egipto con poca gente. Vivió allí hasta llegar a ser una gran nación, fuerte y numerosa. 6 Pero los egipcios nos maltrataron, nos hicieron sufrir y nos sometieron a trabajos forzados. 7 Nosotros clamamos al Señor, el Dios de nuestros antepasados, y él escuchó nuestro ruego y vio nuestra miseria, nuestro trabajo y nuestra opresión. 8 Por eso el Señor nos sacó de Egipto con actos portentosos y gran despliegue de poder, con señales, prodigios y milagros que provocaron gran terror. 9 Nos trajo a este lugar y nos dio esta tierra, donde abundan la leche y la miel. 10 Por eso ahora traigo las primicias de la tierra que tú, Señor, me has dado».
Acto seguido, pondrás la canasta delante del Señor tu Dios y te postrarás ante él. 11 Y los levitas y los extranjeros celebrarán contigo todo lo bueno que el Señor tu Dios te ha dado a ti y a tu familia.
12 Cuando ya hayas apartado la décima parte de todos tus productos del tercer año, que es el año del diezmo, se la darás al levita, al extranjero, al huérfano y a la viuda, para que coman y se sacien en tus ciudades. 13 Entonces dirás al Señor tu Dios: «Ya he retirado de mi casa la porción consagrada a ti y se la he dado al levita, al extranjero, al huérfano y a la viuda, conforme a todo lo que tú me mandaste. No me he apartado de tus mandamientos ni los he olvidado. 14 Mientras estuve de luto, no comí nada de esta porción consagrada; mientras estuve impuro, no tomé nada de ella ni se la ofrecí a los muertos. Señor mi Dios, yo te he obedecido y he hecho todo lo que me ordenaste. 15 Mira desde el cielo, desde el santo lugar donde resides y, tal como se lo juraste a nuestros antepasados, bendice a tu pueblo Israel y a la tierra que nos has dado, tierra donde abundan la leche y la miel».
Exhortación a seguir los mandamientos del Señor
16 Hoy el Señor tu Dios te ordena obedecer estos estatutos y leyes. Pon todo lo que esté de tu parte para practicarlos con todo tu corazón y con toda tu alma. 17 Hoy has declarado que el Señor es tu Dios y que andarás en sus caminos, que prestarás oído a su voz y que cumplirás sus estatutos, mandamientos y leyes. 18 Por su parte, hoy mismo el Señor ha declarado que tú eres su pueblo, su propiedad exclusiva, tal como lo prometió. Obedece, pues, todos sus mandamientos. 19 El Señor ha declarado que te pondrá por encima de todas las naciones que ha formado, para que seas alabado y recibas fama y honra. Serás una nación consagrada al Señor tu Dios.
El altar sobre el monte Ebal
27 Moisés y los jefes ancianos de Israel dieron al pueblo esta orden: «Cumple todos estos mandamientos que hoy te entrego. 2 Después de cruzar el Jordán y de entrar en la tierra que el Señor tu Dios te da, levantarás unas piedras grandes, las revocarás con cal 3 y escribirás sobre ellas todas las palabras de esta ley. Esto lo harás después de cruzar el Jordán y de entrar en la tierra que el Señor tu Dios te da, tierra donde abundan la leche y la miel, tal como el Señor tu Dios se lo prometió a tus antepasados. 4 Cuando hayas cruzado el Jordán, colocarás esas piedras sobre el monte Ebal y las cubrirás con cal, tal como te lo ordeno hoy. 5 Edificarás allí un altar de piedra en honor al Señor tu Dios, pero no con piedras labradas con instrumentos de hierro, sino con piedras enteras, 6 porque el altar del Señor deberá construirse con piedras del campo. Quemarás sobre él holocaustos al Señor tu Dios; 7 ofrecerás allí sacrificios de comunión, los comerás y te regocijarás en la presencia del Señor tu Dios. 8 Sobre las piedras de ese altar escribirás claramente todas las palabras de esta ley».
Maldiciones desde el monte Ebal
9 Entonces Moisés y los sacerdotes levitas dijeron a todo Israel: «¡Guarda silencio, Israel, y escucha! Hoy te has convertido en el pueblo del Señor tu Dios. 10 Obedece al Señor tu Dios y cumple los mandamientos y estatutos que hoy te mando». 11 Ese mismo día Moisés ordenó al pueblo: 12 Cuando hayan cruzado el Jordán, las siguientes tribus estarán sobre el monte Guerizín para bendecir al pueblo: Simeón, Leví, Judá, Isacar, José y Benjamín. 13 Sobre el monte Ebal estarán estas otras, para pronunciar las maldiciones: Rubén, Gad, Aser, Zabulón, Dan y Neftalí. 14 Los levitas tomarán la palabra y en voz alta dirán a todo el pueblo de Israel: 15 «Maldito sea quien haga una imagen, ya sea tallada en madera o fundida en metal, y la ponga en un lugar secreto. Es creación de las manos de un artífice y por lo tanto es detestable al Señor». Y todo el pueblo dirá: «¡Amén!».
16 «Maldito sea quien deshonre a su padre o a su madre». Y todo el pueblo dirá: «¡Amén!». 17 «Maldito sea quien altere los límites de la propiedad de su prójimo». Y todo el pueblo dirá: «¡Amén!». 18 «Maldito sea quien desvíe de su camino a un ciego». Y todo el pueblo dirá: «¡Amén!». 19 «Maldito sea quien viole los derechos del extranjero, del huérfano o de la viuda». Y todo el pueblo dirá: «¡Amén!». 20 «Maldito sea quien se acueste con la mujer de su padre, pues con tal acción deshonra el lecho de su padre». Y todo el pueblo dirá: «¡Amén!». 21 «Maldito sea quien tenga relaciones sexuales con un animal». Y todo el pueblo dirá: «¡Amén!». 22 «Maldito sea quien se acueste con su hermana, hija de su padre o de su madre». Y todo el pueblo dirá: «¡Amén!». 23 «Maldito sea quien se acueste con su suegra». Y todo el pueblo dirá: «¡Amén!». 24 «Maldito sea quien mate a traición a su prójimo». Y todo el pueblo dirá: «¡Amén!». 25 «Maldito sea quien acepte soborno para matar al inocente». Y todo el pueblo dirá: «¡Amén!». 26 «Maldito sea quien no practique fielmente las palabras de esta ley». Y todo el pueblo dirá: «¡Amén!».
Lucas 10:38 – 11:13
En casa de Marta y María
10:38 Mientras iba de camino con sus discípulos, Jesús entró en una aldea y una mujer llamada Marta lo recibió en su casa. 39 Tenía ella una hermana llamada María que, sentada a los pies del Señor, escuchaba lo que él decía. 40 Marta, por su parte, se sentía abrumada porque tenía mucho que hacer. Así que se acercó a él y dijo: —Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sirviendo sola? ¡Dile que me ayude! 41 —Marta, Marta —contestó el Señor—, estás inquieta y preocupada por muchas cosas, 42 pero solo una es necesaria.[a] María ha escogido la mejor y nadie se la quitará.
Jesús enseña sobre la oración
11 Un día estaba Jesús orando en cierto lugar. Cuando terminó, dijo uno de sus discípulos: —Señor, enséñanos a orar, así como Juan enseñó a sus discípulos. 2 Él les dijo: —Cuando oren, digan: »“Padre,[b] santificado sea tu nombre. Venga tu reino.[c] 3 Danos cada día nuestro pan cotidiano.[d] 4 Perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todos los que nos ofenden.[e] Y no nos dejes caer en tentación”.[f]
5 »Supongamos —continuó— que uno de ustedes tiene un amigo y a medianoche va y le dice: “Amigo, préstame tres panes, 6 pues se me ha presentado un amigo recién llegado de viaje y no tengo nada que ofrecerle”. 7 Y el que está adentro le contesta: “No me molestes. Ya está cerrada la puerta y mis hijos y yo estamos acostados. No puedo levantarme a darte nada”. 8 Les digo que, aunque no se levante a darle pan por ser amigo suyo, sí se levantará por su impertinencia y le dará cuanto necesite.
9 »Así que yo digo: Pidan y se les dará; busquen y encontrarán; llamen y se les abrirá. 10 Porque todo el que pide, recibe; el que busca, encuentra y al que llama, se le abre. 11 »¿Quién de ustedes que sea padre, si su hijo pide[g] un pescado, le dará en cambio una serpiente? 12 ¿O si pide un huevo, le dará un escorpión? 13 Pues si ustedes, aun siendo malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más el Padre celestial dará el Espíritu Santo a quienes se lo pidan!
Salmo 76:1 – 12
Al director musical. Acompáñese con instrumentos de cuerda. Salmo de Asaf. Cántico.
76 Dios es conocido en Judá; su nombre es exaltado en Israel. 2 En Salén se halla su santuario; en Sión está su morada. 3 Allí hizo pedazos las centelleantes saetas, los escudos, las espadas, las armas de guerra. Selah 4 Estás rodeado de esplendor; eres más imponente que las montañas de caza.[a] 5 Los valientes yacen ahora despojados; han caído en el sopor de la muerte. Ninguno de esos hombres de guerra volverá a levantar sus manos. 6 Cuando tú, Dios de Jacob, los reprendiste, jinetes y corceles quedaron aturdidos.
7 Tú, y solo tú, eres de temer. ¿Quién puede hacerte frente cuando se enciende tu enojo? 8 Desde el cielo diste a conocer tu veredicto; la tierra, temerosa, guardó silencio 9 cuando tú, oh Dios, te levantaste para juzgar, para salvar a todos los pobres de la tierra. Selah 10 La furia del hombre se vuelve tu alabanza, y los que sobrevivan al castigo te harán fiesta.[b] 11 Hagan promesas al Señor su Dios y cúmplanlas. Que todos los países vecinos traigan presentes al Dios temible, 12 al que deja sin aliento a los gobernantes, al que es temido por los reyes de la tierra.
Proverbios 12:15 – 16
12:15 Al necio le parece bien lo que emprende, pero el sabio escucha el consejo. 16 El necio muestra enseguida su enojo, pero el prudente pasa por alto el insulto.