Día 68

Números  11:24 – 13:33

11:24 Moisés fue y comunicó al pueblo lo que el Señor había dicho. Después juntó a setenta jefes ancianos del pueblo y se quedó esperando con ellos alrededor de la Tienda de reunión. 25 El Señor descendió en la nube y habló con Moisés, y compartió con los setenta jefes ancianos el Espíritu que estaba sobre él. Cuando el Espíritu descansó sobre ellos, se pusieron a profetizar. Pero esto no volvió a repetirse.

26 Dos de los ancianos se habían quedado en el campamento. Uno se llamaba Eldad y el otro Medad. Aunque habían sido elegidos, no acudieron a la Tienda de reunión. Sin embargo, el Espíritu vino sobre ellos y se pusieron a profetizar dentro del campamento. 27 Entonces un muchacho corrió a contárselo a Moisés:

—¡Eldad y Medad están profetizando dentro del campamento!

28 Josué, hijo de Nun, uno de los siervos escogidos de Moisés, exclamó:

—¡Moisés, señor mío, detenlos!

29 Pero Moisés respondió:

—¿Estás celoso por mí? ¡Cómo quisiera que todo el pueblo del Señor profetizara y que el Señorpusiera su Espíritu en todos ellos!

30 Entonces Moisés y los jefes ancianos regresaron al campamento.

Las codornices

31 El Señor desató un viento que trajo codornices del mar y las dejó caer sobre el campamento. Las codornices cubrieron los alrededores del campamento, en una superficie de casi un día de camino y a una altura de casi dos codos[a] sobre la superficie del suelo. 32 El pueblo estuvo recogiendo codornices todo ese día, toda esa noche y todo el día siguiente. Ninguno recogió menos de diez jómer.[b] Después las distribuyeron por todo el campamento. 33 Ni siquiera habían empezado a masticar la carne que tenían en la boca, cuando la ira del Señor se encendió contra el pueblo y los hirió con un horrendo castigo. 34 Por eso llamaron a ese lugar Quibrot Hatavá,[c] porque allí fue sepultado el pueblo glotón.

35 Desde Quibrot Hatavá el pueblo partió rumbo a Jazerot y allí se quedó.

Quejas de Miriam y de Aarón

12 Moisés había tomado por esposa a una mujer cusita, así que Miriam y Aarón empezaron a murmurar contra él por causa de ella. Decían: «¿Acaso solo por medio de Moisés ha hablado el Señor? ¿No ha hablado también por medio de nosotros?». Y el Señor oyó sus murmuraciones.

Moisés era muy humilde, más humilde que cualquier otro sobre la tierra.

De pronto, el Señor dijo a Moisés, Aarón y a Miriam: «Salgan los tres de la Tienda de reunión». Y los tres salieron. Entonces el Señor descendió en una columna de nube y se detuvo a la entrada de la Tienda. Llamó a Aarón y a Miriam y, cuando ambos se acercaron, el Señor dijo: «Escuchen lo que voy a decirles:

»Cuando un profeta del Señor se levanta entre ustedes, yo le hablo en visiones   y me revelo a él en sueños.Pero esto no ocurre así con mi siervo Moisés,    porque en toda mi casa él es de mi confianza.Con él hablo cara a cara,   claramente y sin enigmas.   Él contempla la imagen del Señor.¿Cómo no tienen miedo de murmurar   contra mi siervo Moisés?».

Entonces la ira del Señor se encendió contra ellos y el Señorse marchó.

10 Tan pronto como la nube se apartó de la Tienda, a Miriam se le puso la piel blanca como la nieve. Cuando Aarón se volvió hacia ella, vio que tenía una enfermedad infecciosa. 11 Entonces dijo a Moisés: «Te suplico, mi señor, que no nos tomes en cuenta este pecado que hemos cometido tan neciamente. 12 No la dejes como un abortivo, que sale del vientre de su madre con el cuerpo medio deshecho».

Moisés intercede por Miriam

13 Moisés rogó al Señor: «¡Oh Dios, te ruego que la sanes!».

14 El Señor respondió a Moisés: «Si su padre le hubiera escupido el rostro, ¿no habría durado su humillación siete días? Que sea aislada por siete días fuera del campamento y después de eso será readmitida». 15 Así que Miriam quedó aislada siete días fuera del campamento. El pueblo no se puso en marcha hasta que ella se reintegró. 16 Después el pueblo partió de Jazerot y acampó en el desierto de Parán.

Los israelitas exploran Canaán

13 El Señor dijo a Moisés: «Envía a algunos de tus hombres a explorar la tierra de Canaán que estoy por entregar a los israelitas. De cada tribu enviarás a un líder que la represente».

De acuerdo con la orden del Señor, Moisés los envió desde el desierto de Parán. Todos ellos eran jefes en Israel.

Estos son sus nombres: Samúa, hijo de Zacur, de la tribu de Rubén; Safat, hijo de Horí, de la tribu de Simeón; Caleb, hijo de Jefone, de la tribu de Judá; Igal, hijo de José, de la tribu de Isacar; Oseas, hijo de Nun, de la tribu de Efraín; Palti, hijo de Rafú, de la tribu de Benjamín; 10 Gadiel, hijo de Sodi, de la tribu de Zabulón; 11 Gadí, hijo de Susi, de la tribu de Manasés (una de las tribus de José); 12 Amiel, hijo de Guemalí, de la tribu de Dan; 13 Setur, hijo de Micael, de la tribu de Aser; 14 Najbí, hijo de Vapsi, de la tribu de Neftalí; 15 Geuel, hijo de Maquí, de la tribu de Gad.

16 Estos son los nombres de los líderes que Moisés envió a explorar la tierra. A Oseas, hijo de Nun, Moisés le cambió el nombre y le puso Josué.

17 Cuando Moisés los envió a explorar la tierra de Canaán, les dijo: «Suban por el Néguev, hasta llegar a la montaña. 18 Exploren el país y fíjense cómo son sus habitantes, si son fuertes o débiles, muchos o pocos. 19 Averigüen si la tierra en que viven es buena o mala y si sus ciudades son abiertas o amuralladas. 20 Examinen el terreno y vean si es fértil o estéril y si tiene árboles o no. ¡Adelante! Traigan algunos frutos del país».

Esa era la temporada en que maduran las primeras uvas.

21 Los doce hombres se fueron y exploraron la tierra, desde el desierto de Zin hasta Rejob, cerca de Lebó Jamat.[d]22 Subieron por el Néguev y llegaron a Hebrón, donde vivían Ajimán, Sesay y Talmay, descendientes de Anac. (Hebrón había sido fundada siete años antes que la ciudad egipcia de Zoán). 23 Cuando llegaron al valle del arroyo Escol,[e] cortaron una rama que tenía un solo racimo de uvas y entre dos lo llevaron colgado de una vara. También cortaron granadas e higos. 24 Por el racimo que estos israelitas cortaron, a ese lugar se le llamó valle de Escol. 25 Al cabo de cuarenta días los doce hombres regresaron de explorar aquella tierra.

Informe de los exploradores

26 Volvieron a Cades, en el desierto de Parán, que era donde estaban Moisés, Aarón y toda la comunidad israelita; presentaron a todos ellos un informe y les mostraron los frutos de esa tierra. 27 Este fue el informe:

—Fuimos al país al que nos enviaste, ¡y por cierto que allí abundan la leche y la miel! Aquí pueden ver sus frutos. 28 Pero el pueblo que allí habita es poderoso, sus ciudades son enormes y están fortificadas. Hasta vimos anaquitas allí. 29 Los amalecitas habitan el Néguev; los hititas, jebuseos y amorreos viven en la montaña, y los cananeos ocupan la zona costera y la ribera del río Jordán.

30 Caleb hizo callar al pueblo ante Moisés y dijo:

—Subamos a conquistar esa tierra. Estoy seguro de que podremos hacerlo.

31 Pero los que habían ido con él respondieron:

—No podremos combatir contra esa gente. ¡Son más fuertes que nosotros!

32 Y comenzaron a esparcir entre los israelitas falsos rumores acerca de la tierra que habían explorado. Decían:

—La tierra que hemos explorado se traga a sus habitantes, y los hombres que allí vimos son enormes. 33 ¡Hasta vimos a los gigantes[f] anaquitas! Comparados con ellos, parecíamos langostas y así nos veían ellos a nosotros.

 

Marcos 14:22-52

22 Mientras comían, Jesús tomó pan y lo bendijo. Luego lo partió y se lo dio a ellos, diciéndoles:

—Tomen; esto es mi cuerpo.

23 Después tomó una copa, dio gracias, se la pasó a ellos y todos bebieron de ella.

24 —Esto es mi sangre del pacto[a] que es derramada por muchos —dijo—. 25 Les aseguro que no volveré a beber del fruto de la vid hasta aquel día en que beba el vino nuevo en el reino de Dios.

26 Después de cantar los salmos, salieron al monte de los Olivos.

Jesús predice la negación de Pedro

27 —Todos ustedes me abandonarán —dijo Jesús—, porque está escrito:

»“Heriré al pastor
    y se dispersarán las ovejas”.[b]

28 Pero después de que yo resucite, iré delante de ustedes a Galilea.

29 —Aunque todos te abandonen, yo no —declaró Pedro.

30 —Te aseguro —le contestó Jesús— que hoy, esta misma noche, antes de que el gallo cante por segunda vez,[c] me negarás tres veces.

31 —Aunque tenga que morir contigo —insistió Pedro con vehemencia—, jamás te negaré.

Y los demás dijeron lo mismo.

Getsemaní

32 Fueron a un lugar llamado Getsemaní y Jesús dijo a sus discípulos: «Siéntense aquí mientras yo oro». 33 Se llevó a Pedro, a Santiago y a Juan, y comenzó a sentir temor y angustia. 34 «Es tal la angustia que me invade que me siento morir —dijo—. Quédense aquí y manténganse despiertos».

35 Yendo un poco más allá, se postró en tierra y empezó a orar que, de ser posible, no tuviera él que pasar por aquella hora. 36 Decía: «Abba, Padre, todo es posible para ti. No me hagas beber este trago amargo;[d] pero no sea lo que yo quiero, sino lo que quieres tú».

37 Luego volvió a sus discípulos y los encontró dormidos. «Simón —dijo a Pedro—, ¿estás dormido? ¿No pudiste mantenerte despierto ni una hora?38 Permanezcan despiertos y oren para que no caigan en tentación. El espíritu está dispuesto, pero el cuerpo es débil».

39 Una vez más se retiró e hizo la misma oración. 40 Cuando volvió, otra vez los encontró dormidos, porque se les cerraban los ojos de sueño. No sabían qué decirle. 41 Al volver por tercera vez, les dijo: «¿Siguen durmiendo y descansando? ¡Se acabó! Ha llegado la hora. Miren, el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de pecadores.42 ¡Levántense! ¡Vámonos! ¡Ahí viene el que me traiciona!».

Arresto de Jesús

43 Todavía estaba hablando Jesús cuando apareció Judas, uno de los doce. Lo acompañaba una turba armada con espadas y palos, enviada por los jefes de los sacerdotes, los maestros de la Ley y los líderes religiosos.

44 El traidor había dado esta contraseña: «Al que le dé un beso, ese es; arréstenlo y llévenselo bien asegurado». 45 Tan pronto como llegó, Judas se acercó a Jesús y dijo:

—¡Rabí!

Y lo besó.

46 Entonces los hombres prendieron a Jesús. 47 Pero uno de los que estaban ahí desenfundó la espada e hirió al siervo del sumo sacerdote, cortándole una oreja.

48 —¿Acaso soy un bandido[e] —dijo Jesús—, para que vengan con espadas y palos a arrestarme? 49 Todos los días estaba con ustedes, enseñando en el Templo, y no me arrestaron. Pero es preciso que se cumplan las Escrituras.

50 Entonces todos lo abandonaron y huyeron. 51 Cierto joven que se cubría con solo una sábana iba siguiendo a Jesús. Lo detuvieron, 52 pero él soltó la sábana y escapó desnudo.

 

 

 

Salmo 52:1-9 

¿Por qué te jactas de tu maldad, varón prepotente?    ¡El amor de Dios es constante!
Tu lengua, como navaja afilada,  trama destrucción y practica el engaño.Amas más el mal que el bien;  prefieres la falsedad a la verdad. SelahLengua embustera,  te encanta ofender con tus palabras. Pero Dios te arruinará para siempre;   te tomará y te arrojará de tu hogar;  ¡te arrancará del mundo de los vivientes! Selah Los justos verán esto y temerán;   se reirán de él diciendo:
«¡Aquí tienen al hombre    que no buscó refugio en Dios,
sino que confió en su gran riqueza   y se refugió en su maldad!».Pero yo soy como un frondoso olivo   que florece en la casa de Dios;yo confío en el gran amor de Dios  eternamente y para siempre.
En todo tiempo te alabaré por tus obras;  en ti pondré mi esperanza en presencia de tus fieles, porque tu nombre es bueno.

 

Proverbios 11:1-3

El Señor aborrece las balanzas adulteradas,   pero aprueba las pesas exactas. Con el orgullo viene la deshonra;    con la humildad, la sabiduría. A los justos los guía su integridad;   a los infieles los destruye su perversidad.